Un ejemplo

Las medidas demostraron claramente su eficacia cuando España ha pasado de ser uno de los países más afectados por la pandemia, con 10.000 nuevos casos al día, a prácticamente eliminar la transmisión del coronavirus. La importancia de coordinar la actuación en todo el territorio queda muy clara cuando comparamos el caso español con el estadounidense. Partiendo de una situación de ventaja, ya que la entrada del coronavirus en Estados Unidos comenzó más tarde, no han sido capaces de coordinar una respuesta eficaz a nivel nacional, y a día de hoy están notificando el doble de casos nuevos que en abril, cuando la pandemia ya había comenzado a remitir en nuestro país.

La solución al coronavirus, cuando llegue, no estará solo en la consecución de vacunas o tratamientos cuya efectividad está todavía por demostrar. Es mucho más importante la respuesta coordinada, no ya a nivel nacional, sino global. Debería de ser un organismo supranacional, ajeno a intereses que no sean los puramente sanitarios, el que guiara las actuaciones de los países, desplegando un liderazgo que la OMS no ha conseguido ejercer. Es cierto que las críticas que se han hecho a la organización pueden ser injustas, ya que nos hemos topado con un enemigo desconocido, cuyo alcance era difícil de prever, pero es posible que todos acabemos pagando que haya países que no han seguido las directrices marcadas. Al permitir que el virus siga circulando sin obstáculos, las probabilidades de que regrese el próximo otoño se han multiplicado.

Mientras llega la solución, en la forma que sea, no nos podemos descuidar por mucho que nos pongan como ejemplo. El coronavirus sigue entre nosotros, como están demostrando los rebrotes que salpican la geografía nacional. La vigilancia constante, las pruebas, el rastreo de contactos y el aislamiento de los casos están muy bien; pero si no nos relajamos en exceso, si seguimos manteniendo las medidas de seguridad con responsabilidad, conseguiremos quitarnos de encima esta amenaza.