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En la mañana de ayer, miércoles 6 de noviembre, recibí una triste noticia: Ricardo Hontañón había muerto en el Centro Residencial Sanitas. Ricardo, mi buen amigo, ya no podrá glosar los conciertos del Festival Internacional de Santander, ni la competición pianística del concurso Paloma ... O´Shea, ni emitir su opinión, siempre ponderada, sobre los acontecimientos culturales de Cantabria. Pronto, por desgracia, percibiremos el vacío que deja tras de sí.
Pero Ricardo Hontañón fue, además de un hombre culto, inteligente y enamorado de la música, un luchador infatigable, un optimista irredento y un hombre con una fuerza y energía infinita, que le permitió superar su invalidante situación física. Sus dificultades para desarrollar una vida normal no fueron nunca un obstáculo. Cursó estudios de Filosofía y Letras en la universidad de Deusto, obtuvo su título de licenciado y fue capaz de ser un actor dinámico en la vida cultural de Santander. Además, estudió música, historia de la música y a ese arte dedicó toda la su vida.
De Ricardo tengo siempre una imagen en mi memoria: su buen humor, su increíble capacidad de afrontar sus carencias físicas con elegancia y siempre con buen ánimo, con espíritu positivo. Logró ser uno de los críticos musicales con mayor prestigio, fue colaborador en muchas iniciativas culturales desarrolladas en Cantabria y su imagen queda hondamente grabada junto al Palacio de Festivales y antes en la Plaza Porticada.
Hontañón ha sido el crítico musical de El Diario Montañés por excelencia. No en vano ha estado durante varias décadas escribiendo sobre la actividad musical cántabra. Pero fue también una persona interesada en todos los movimientos culturales de la ciudad. Su figura ha sido una constante, no solo en los conciertos, sino también en las exposiciones de pintura, en la representación de obras teatrales… recuerdo muy bien su imagen en la foto de grupo que se tomó, en la avenida de la Reina Victoria, cuando se inauguró la estatua dedicada a José del Río 'Pick' y su interés por la figura del periodista, que ha significado vivamente el pensamiento de la Tercera España.
Ricardo fue, además, amigo. Una persona cercana que supo generar una corriente de amistad en Santander, una ciudad no precisamente fácil para hacer amigos. Desde hoy, echaremos en falta sus escritos en El Diario, el periódico que Ricardo consideraba 'suyo' con toda razón.
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