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Los informativos tienen un tinte de 'déjà vu' que resulta espeluznante. Desde mi cotidianidad, segura y cómoda, vi en la pantalla de televisión una calle de la cuarta ciudad de Siria, Hama, donde los rebeldes sirios, liderados por el grupo armado yihadista Hayat Tahrir al ... Sham, expulsaban al ejercito gubernamental de Bashar el-Asad, tras haberlo hecho en Alepo. A mi cabeza acudieron las imágenes de los sirios explorando las fronteras de Europa en 2016, mostrando el escalofriante equipaje de su necesidad mientras se anunciaban turrones y perfumes en nuestro salón.
El mundo parece azotado permanentemente por guerras y cataclismos y, sin embargo, hay lugares donde en apariencia nada cambia. En París, apenas tienen tiempo de meter la porquería bajo las alfombras pues hay que reabrir Nôtre Dame y retransmitir al mundo que Francia nunca desentona cuando canta 'La Marsellesa', aunque el Gobierno zozobre sin dirección. En el norte se reparten libretos sobre cómo proceder si la amenaza atómica se hace realidad y los suecos construyen refugios mientras cocinan el pudín navideño.
De aquí ni hablamos. Desde que el programa 'Sálvame' se eliminó de la parrilla de Tele 5, los políticos se han empeñado en reproducirlo en los platós del Congreso y el Senado. Los familiares de las esposas, cuñados, novios, hermanos o amigos se tiran de los pelos, se pelean en el barro informativo y sacan la ropa sucia olvidando que han sido elegidos para gestionar un país. Quizás cuando seamos rehenes de la Inteligencia Artificial se terminen los conflictos y a reclamar al maestro armero.
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