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Tengo debilidad por la traducción fonética que algunas personas hacen cuando escuchan algo en un idioma que desconocen. Mi antigua vecina era especialista en ello y lo mismo me pedía un 'escor bitter' que me decía que el vestido 'me esterilizaba'.
La verdad es que ... el lenguaje delata las décadas que llevas a cuestas y a veces los aprietos llegan cuando se mezcla ese vocabulario usado en redes con el hecho de no querer confesar que ya no cumplirás cincuenta. Para ver el barómetro de mi desconocimiento, a veces veo un programa de televisión que se desarrolla en un restaurante y que es un tratado de sociología y tendencias sexuales de interés sobrenatural. No sé quién hará el 'casting', pero las confesiones de los participantes te detienen el cerebro como si hicieras 'mindfulness'.
Su presentador encaja con una deportividad extraordinaria las barbaridades que le confiesan sus clientes en materias íntimas. En una de las entrevistas, el periodista hizo a un invitado algunas preguntas introductorias antes de presentarle a su cita. El chico/a manejaba los pronombres de tal manera que era imposible saber a qué atenerse, pero mi colega siempre rápido se interesó por su trabajo. El invitado le dijo que se dedicaba al 'cruising' y el periodista, asintiendo, añadió que lo de los cruceros era muy interesante. El invitado se echó a reír aclarándole que 'cruising' era buscar lugares públicos donde mantener relaciones sexuales. Nuestro presentador salió del paso con su natural gracejo y lo invitó a pasar a la mesa.
Yo, que pongo mucho interés en no quedarme atrás en el conocimiento de los nuevos vocablos, ando desorientada. Imagino que alguien sabrá como hay que llamar a un reiterado maltratador que antes de que se dicte su sentencia se va al Registro Civil y le dice al funcionario que ya no es Manolo porque de pronto se siente mujer. Dicho y hecho, el funcionario apunta que a partir de ese día el susodicho Manolo es Manoli y tira millas.
Estos individuos que incluso tienen una asociación aprovechan que nuestros legisladores están a por uvas para dar a luz estos engendros a los que se les debería obligar a unos cursos organizados por la sección femenina. Lo digo con humor y un poco con esta desfachatez reinante donde todo vale, pero no me hace gracia. Las leyes pueden tener en origen un principio transformador de comportamientos injustos, pero si tienen lagunas hay que repararlas. No es de recibo que una mujer maltratada pueda ser humillada por la desidia de quienes elaboran las leyes, que, por cierto, están a punto de incorporarse al colegio.
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