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Escucho las declaraciones del alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos diciendo que espera que el 'caso Rubiales' marque un punto de inflexión en el mundo del deporte, donde las mujeres «siguen siendo objeto de acoso sexual y abusos». Apela al Gobierno español, ... que, por lo visto, ignoraba que el futbol tiene carcoma desde que tengo memoria. No sé si agradecer a este lerdo federativo su preciado convencimiento del poder de sus atributos o esconderme bajo la alfombra por lo vergonzoso que es esto. Por fin hay unos hechos retransmitidos al mundo entero que reflejan una corriente endiabladamente subterránea de machismo unido al poder y al convencimiento de impunidad.
Yo entiendo que Rubiales no entienda lo que sucede después de que se consintiera jugar la Supercopa en Arabia Saudí sin que nadie corrigiera su desmesurado morro y que se quedaran en el cajón las numerosas denuncias contra su proceder caudillista. Él ha crecido y ha sido educado en la supremacía masculina. Su padre, presente en todas las decisiones importantes de su hijo e implicado en los casos de los ERE de la anterior Junta de Andalucía, ha sido su ejemplo; y su madre, en el colmo del surrealismo, se refugió en huelga de hambre en el camarín de la Virgen en su iglesia de Motril para que Jenni Hermoso recapacitara. Su hijo, que nos advirtió reiteradamente que no iba a dimitir, se hubiera ahorrado este desnudo mediático, incontrolable para él, en el que su tío acaba de contribuir con unas declaraciones más que explícitas.
Lo dijo Napoleón; una retirada a tiempo es una victoria. Pero a él se le ha ido la mano y al carro se ha subido y va a subirse todo aquel que quiera existir públicamente. A río revuelto, ganancia de pescadores. Y ahora, a este elemento, que debería haber sido cesado hace mucho tiempo, lo van a empapelar hasta por el sello que puso en la carta a los Reyes Magos; o no, ya veremos. Muchas mujeres creemos que lo del 'piquito' es lo de menos. Las explicaciones paso a paso ruborizan. No hace falta que este señor nos explique nada. Sabemos perfectamente los métodos de los patanes.
El poder tiene la mirada turbia, con tendencia a desviarla y poner cara de «yo no sé nada». Una persona que representa a España y que gana un millón de euros al año, más repesca, no pasa desapercibida. Hay mucho que hacer y hay demasiados Rubiales que no entienden por qué el mundo entero se resiente cuando ve el comportamiento de un machirulo. No es el 'piquito', señoría; es el peso de la historia, la impunidad de los poderosos y una de las razones por la que siguen matando a mujeres.
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