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Sus majestades los señores políticos han aprobado, por fin, la reforma de la ley del 'solo sí es sí'. Ya lo habían hecho, pero sin leerla ni prestar atención a los consejos de los expertos legales. Era, en principio, una buena noticia, sobre todo para ... las víctimas que llevaban demasiado tiempo viendo cómo se rebajaban las penas y se excarcelaba a los agresores sexuales a causa del empecinamiento de parte del Gobierno. Sin embargo, no era alegría lo que expresó el Gobierno. Nuestro presidente, que suele hacerse trampas al solitario, estaba en Doñana y la tensión del hemiciclo podía cortarse con cuchillo. La escenografía reflejaba la incapacidad de pactar con el diferente que poseen sus majestades, demostrando su escasa vocación de servicio al bien común. Las ministras de Podemos lucían caras contritas, vestuario morado, estaban serias y aisladas. En la bancada del Gobierno, prácticamente vacía, un par de ministras socialistas con cara de haberse tomado un par de chupitos de vinagre miraban sin expresión al hemiciclo junto a Yolanda Díaz, concentrada en sus papeles como si se hubiera equivocado de fiesta. Los populares aplaudían como si el mismísimo Julio Iglesias les hubiera cantado 'Hey' y a los que contemplábamos el panorama se nos encogía el corazón viendo la catadura de los que nos tienen en sus manos. Si los ciudadanos convivimos a pesar de sus perversas consignas, no entiendo por qué puede ser vergonzante pactar con tu contrario para aprobar algo que todos necesitamos. La supuesta ideología líquida que corre por sus venas no es más que un insaciable deseo de poder; somos los extras de su película.
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