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Están las playas ceutíes llenas de nadadores indeseados que van de la playa de Castillejos a la de Tarajal, dos países separados por un espigón y unas cuantas cosas más. En Canarias se agolpan los que huyen de las guerras, la hambruna y la sed, ... mientras los europeos, con nuestra hipocresía secular, externalizamos el control de las fronteras sobornando vaya usted a saber con qué. Pero poner puertas al campo siempre fue una quimera y buscar un sitio donde vivir con decencia, un derecho.
Malí lleva doce años en guerra y en Burkina Faso, esta misma semana, han sufrido un atentado yihadista en el que han muerto un centenar de personas. Ya no hablemos de la situación de las mujeres en esos países o el silencio de las iraníes o afganas. A Mauritania y Senegal acuden los países vecinos y de allí saltan a Europa, donde con mucha suerte puedan hacerse con un trocito de vida en un suburbio.
Falta una política migratoria y sobran refriegas partidistas que no hacen sino alentar los vientos de esa derecha que va creciendo en Europa. Falta que se regule una emigración legal para cubrir nuestra carencia laboral sin que anden los recién llegados empadronándose en portales para legalizar un trabajo en el que se les exige arraigo. Sánchez estuvo de viaje a Mauritania, Gambia y Senegal, un despliegue de esfuerzo diplomático y personal bastante mayor que sentarse con la oposición y hacer política, que es para lo que han sido elegidos. Lo urgente está ligado a lo importante. Cualquier partido que esté haciendo política de altura sabe que la emigración es un asunto en el que no van a poder ponerse medallas.
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