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Me cuento en aquella sección de la población cántabra, no sé si grande o pequeña, que ha sentido una experiencia psicodélica ante la sugerencia de que lo que hay que hacer con la Residencia Cantabria es un hotel para las familias de ingresados en Valdecilla, ... más alguna otra ocurrencia complementaria. Naturalmente, un hotel construido con dinero del contribuyente y mantenido de parecida forma. El sector de alojamientos particulares o profesionales está de enhorabuena por esta competencia que le hará la propia Administración. De poco ha servido hacer más confortables las habitaciones del hospital de tercera fase (verdaderamente mejores que las de muchos hoteles), si de lo que se trata es de que no se quede nadie con el paciente. Y finalmente, sobrados andamos de espacios productivos y de dinero para abrir un albergue público a lo grande (deconstruir y construir algo ahí no sale por menos de 20 millones de euros). Y ya si tiene restauración, mejor que mejor para todos los negocios de café y comidas del entorno.
Querría uno pensar que se trata de 'electoradas' y que todo quedará ahí. Pero hemos visto dedicar la residencia Marcano a alojamiento de mayores y no a residencia universitaria, que era lo suyo y que parcialmente lo fue algunos años a finales del siglo XX. Y nadie se ha quejado de que uno de los mejores suelos de Santander se haya convertido en un campo de golf de prácticas, con altísimo coste de oportunidad respecto de muchas otras actividades o equipamientos turísticos.
También hemos visto verdaderos pugilatos entre políticos para hacer esto, lo otro y lo de más allá en La Remonta, gran objeto de deseo si se supiera qué es lo que uno desea, que no es caso. La Remonta es básicamente como el tiempo, un tema de conversación en el ascensor electoral. Mientras, siguen sonando los tiros entre San Martín y Los Peligros, como si en vez de ser una zona de oportunidad fuera el lejano oeste lleno de zarzas. No se me olvide la cubrición de la Porticada con un paraguas de Mary Poppins, o la pretensión de que Correos empiece a echar humo de cocina de parador nacional junto al Reina Sofía y la Catedral. «Brillante», replica mi gato Boris imaginando raspas de sardina y casi oliéndolas ya.
Todo esto nos remite al viejo «timeo Danaos et dona ferentes», temo a los griegos también cuando traen regalos. Una buena, por rápida, gestión puede ser una cruz para la ciudadanía y en ocasiones es mejor que la cosa se aniquile en una tramitación lo más incompetente posible. Nunca sabremos hasta qué punto el bienestar se debe más al incumplimiento de los programas que a su fiel ejecución. Si China hubiera perseverado en la Revolución Cultural de Mao, tendría hoy menos habitantes que Bostronizo. El socialista François Mitterrand se retranqueó a tiempo de su programa de amplias nacionalizaciones de empresas y se convirtió en un gestor del capitalismo como todo quisque (e incluso más, porque hacía pruebas militares nucleares en el Pacífico, único océano donde se han hecho explotar armas atómicas y que debería llamarse Belicoso). Hasta Pedro Sánchez ha dado el brazo a torcer y ha abierto un proceso de beatificación a los ladrones de dinero público. Arrepentidos quiere Dios, que no buenos cristianos.
Las apariencias, pues, engañan. Los imaginarios 2.000 empleos en las minas persiguen a los gobernantes de la cosa albarqueña, pero cuántos no habrán respirado ante el feliz incumplimiento, en una zona rural, residencial y turística, e incluso con patrimonio en el subsuelo.
Estamos esperando con «ilu» a que Josu Jon Imaz vuelva a prometernos otra vez la ampliación de la central hidroeléctrica de Aguayo, ese entrañable Día de la Marmota Renovable. Puede aprovechar el 'black friday' para asegurarnos que nos venderá los kilovatios a mitad de precio. «Y las sardinas», apunta Boris, que cree que las energéticas hacen regalos como las telecos y los bancos. Se rumorea que la plana mayor de Repsol vendrá a inaugurar Aguayo en el tren de altas prestaciones Bilbao-Santander. Para mí, que está viniendo. Algo hay que cumplir, no va a ser todo felicidad malacostumbrada.
Mire usted a nuestros dilectos vecinos. ¿Alemania ecosocial? Nuclear y carbonera. ¿Portugal socialista? Paraíso fiscal de los ricos que aquí espantamos. ¿Britania conservadora? Subida de impuestos a empresas, pudientes y cuanto se mueve. ¿Hipernacionalista Francia? Su simbólico gorro frigio, mascota de la Olimpiada, será fabricado masivamente... en China. Solo Giorgia Meloni, novata, piensa que gobernar es cumplir. Ya caerá del guindo. La política es el arte de incumplir por el bien común.
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