Empleadas de hogar

La Justicia ha tardado, porque ni los partidos de izquierda ni los de derecha se han preocupado de atender sus reclamaciones y, aunque ahora los gobernantes se pongan medallas inmerecidas, que no nos engañen, porque han sido las instancias supranacionales como la Unión Europea o la Organización Internacional del Trabajo las que han tenido que advertir al Gobierno de su marginación. Así que, casi por obligación, las empleadas de hogar tendrán derecho al desempleo y a todas las prestaciones que tienen los demás trabajadores.

Pero además del servicio que prestan a las familias que no pueden atender sus quehaceres domésticos, las empleadas de hogar nos han permitido comprobar el verdadero talante de la nueva izquierda 'progresista', esa que bien alimentada por el capitalismo lo ha sustituido por el heteropatriarcado como villano para imponer su estrategia de género con el absurdo lenguaje inclusivo. Después de escuchar al presidente del Gobierno y a su vicepresidenta con la manida y escrupulosa reiteración de todos y todas, evitando el correcto y académico uso del genérico masculino, resulta que ambos se refieren exclusivamente a las 'empleadas' de hogar como si los hombres no ejercieran también esa profesión, aunque sólo supongan el 5 por ciento de la totalidad.

¿Acaso no hay lenguaje inclusivo para los empleados y empleadas de hogar? ¿De verdad que se trata de luchar contra el machismo a favor de la igualdad, o en realidad se trata de un lenguaje excluyente, cómico y misándrico para sacar votos?