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Cuando el empoderamiento de muchas mujeres se pretende como medio para romper el techo de un cristal casi blindado –«glass ceiling barriers»–, que limita veladamente ... su ascenso laboral, en Torrelavega se ha resquebrajado esa dura bóveda tras haber sido situada una mujer al frente de una de las 'empresas' más importantes del municipio por historia, cashflow, número de trabajadores, y por ser uno de los clientes más influyentes de la comarca en la compra de bienes. Hay quienes, quizás sintiéndose incómodos ante la posibilidad de que ese cristal impalpable se fracture, retuercen el término negativamente, tratando de igualar perniciosamente empoderamiento y poder.
No tienen nada que ver. La mujer empoderada no es la que solo tiene mando, sino la que toma decisiones con firmeza, la que sabe convertir debilidades en fortalezas –básicamente porque confía en sí misma–, la que no permite que alguien ponga en duda sus capacidades, la que conoce sus posibilidades y quien no permite ser menoscabada con juegos o roles sociales. Es una mujer que lidera, que sabe que el talento ajeno no se puede anular dando órdenes a diestro y siniestro, la que tiene bajo su gestión, en definitiva, a personas que le siguen por su capacidad, no porque sean obedientes.
Luisa Mercedes Izárraga y López Pisano Cieza y de Santiago, Merche Pisano, es un ejemplo de empoderamiento. Desde hace unos días es la primera mujer que preside y dirige la Fundación Asilo San José de Torrelavega desde que esta institución fuera creada en 1890, un hastial en la arquitectura industrial secularmente coronada por hombres. Seguramente sea ahora mismo la mujer con mayor nivel de liderazgo en la ciudad. Junto a ella, la religiosa Epifanía Sarrasín. Un binomio de capacidades al frente de una entidad referente social y económico en la comarca. «Si tus acciones crean un legado que inspira a otros a soñar más, hacer más y ser más, entonces eres un excelente líder» (D. Parton).
La 'empresa' que dirigen estas dos mujeres no es insignificante. Da empleo directo a 47 hombres y 465 mujeres –un 91% de la plantilla–, donde una parte de sus trabajadores son personas con algún grado de discapacidad. En Torrelavega, el ranking de empleo en las 'fabriconas' tradicionales deja en evidencia su importancia. La Fundación Asilo, además de una importante obra social y asistencial, es un referente en el empleo estable que, unido a su volumen diario de compras (principalmente a medianas y pequeñas empresas cántabras), le convierten en un cliente deseable, con notable nivel de ingresos, prácticamente sin impagos, y con capacidad de abono rápido a sus proveedores.
Por número de empleados, después del Grupo Armando Álvarez –con 800 operarios– se sitúa el Asilo con 512 trabajadores, seguido por Solvay (370), Sniace (360) y Firestone (357). El mayor grupo de personas que trabajan en la Fundación lo hace en el área sanitaria (200), 108 son profesores y educadores sociales; 60 están en el servicio de limpieza, 19 en administración, 17 en cocinas, 13 son conductores, 12 empleadas en lavandería, 9 vigilantes, 9 en mantenimiento, 6 trabajadores sociales, 4 recepcionistas, 4 empleados en cafetería, dos mandos intermedios y una costurera; además de la decena de religiosas Hijas de San José que operan en la institución para 1.200 usuarios, casi un trabajador por cada dos beneficiarios. Personas que trabajan por mucho más que dinero.
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Ana del Castillo
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