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La llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del PP ha catapultado las expectativas en las urnas del partido, al que las encuestas coinciden en atribuir la victoria si ahora se celebraran las elecciones generales. Una escalada atribuible tanto a los saludables efectos que ... ha tenido para la organización el aparatoso relevo de Pablo Casado como al desgaste de Pedro Sánchez por el deterioro de la economía y sus pactos con el independentismo. Aún así, la carrera hacia la Moncloa se presenta larga y de incierto resultado. En ella, el líder de los populares aspira a rentabilizar su acreditada experiencia en la gestión y a ocupar un amplio espacio de centro, lo que no es fácilmente compatible con el objetivo de crecer atrayendo a votantes de Vox y con una eventual dependencia de esta formación para gobernar. Ese encaje de bolillos se traduce en sumar a partir de un delicado equilibrio entre las distintas sensibilidades que conviven en sus filas. Un desafío complejo cuando se trata de armonizar la trompetería populista de Isabel Díaz Ayuso y la moderación de Juanma Moreno, premiada en Andalucía con una insólita mayoría absoluta, sin que las contradicciones internas echen por tierra la credibilidad de los mensajes.
No es conveniente confundir una enriquecedora pluralidad de voces con una cacofonía como la exhibida por el PP a propósito de las medidas de ahorro energético. Un partido con vocación de gobierno no puede amenazar con el incumplimiento de la ley, como hizo la baronesa madrileña, mientras la dirección nacional y otros dirigentes autonómicos se enredaban para rechazar una insumisión sin desautorizar en público a su instigadora y gran puntal electoral. El recurso anunciado por Díaz Ayuso ante el Tribunal Constitucional, no secundado por ninguna otra comunidad, evidencia su soledad en ese terreno, pero también su predisposición a actuar por libre.
La habilidad de Núñez Feijóo para moverse entre distintas aguas no obsta para que el PP fije una posición clara en las grandes cuestiones nacionales -y las derivadas, como esta, de la guerra en Ucrania lo son- ni para que articule cuanto antes una sólida alternativa programática a la izquierda en el poder, más allá de la recurrente demanda de una rebaja de impuestos. Aunque los sondeos le sonríen, el PP cometerá un grave error si da por descontado el cambio político, por derrotado a Sánchez y se duerme en los laureles sin encarar sus asignaturas pendientes.
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