Secciones
Servicios
Destacamos
En agosto de 1919, había en Cantabria dos grandes agitaciones sociales. Una de ellas, la tenaz huelga obrera en Los Corrales de Buelna, que sucesivos gobernadores civiles trataban de conducir a un acuerdo. Y la otra, las oleadas de indignación levantadas en Santander ... por las pintorescas descripciones de la ciudad en ABC por el escritor Enrique Gómez Carrillo. Recordemos que este autor guatemalteco, de apasionada y apasionante vida, era uno de los cronistas periodísticos más destacados en lengua española y sus libros de viajes (a China y Japón, a Tierra Santa, por el frente occidental en la Primera Guerra Mundial...) se vendían como churros, no sólo en español, sino también en traducciones al francés y al inglés, que le valieron reconocimiento internacional. Carrillo era una súper-estrella de la escritura popular; que Santander se pusiera en entredicho en un diario como ABC escoció mucho a la opinión local.
Carrillo se casa ese año con la célebre cupletista y actriz Raquel Meller. En 1913, el cordobés Julio Romero de Torres había inmortalizado a la pareja en su lienzo 'La Venus de la poesía', donde ella aparece desnuda al estilo de la maja goyesca y él leyéndole lo que parece un poema (pero en realidad es la original firma del pintor). Seguro que la mayoría de ustedes identificarán ese cuadro inmediatamente en cuando lo busquen en Internet. Está colgado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Aprovechen para verlo cuando sea covid-conveniente.
De ese Bilbao pensaba Carrillo (que reunió lo esencial de sus artículos 'abeceos' santanderinos en un capítulo de su libro 'Visiones de Europa') que trataba en vano de proyectar sobre Santander «consejos de liberalismo británico», como San Sebastián su «fisionomía parisiense». Pero Santander continuaba siendo «muy española y muy provinciana». Este provincianismo resultaba, para el cronista, ambivalente. Por una parte, para quienes procedían de grandes capitales (él conocía casi todas, habiendo vivido en París y Madrid mucho) se ofrecía «un oasis paradisiaco para curarnos de nuestras fiebres». Este aspecto Santander lo estaba perdiendo ya al estandarizarse al estilo de Biarritz, Trouville u Ostende: automóvil, sport, turismo, snobismo, casinismo, palacismo. Por otra parte, Carrillo subraya la carencia de patrimonio histórico relevante, la pobreza de las calles una vez que se abandonan las vías más comerciales, un general olor a sardinas y salmuera, y el hecho mismo de que con tanto orgullo se etiquete como 'montañés' un pueblo más bien marinero.
Carrillo, que había leído a Pereda desde su mocedad (y aburrido con sus prolijas descripciones), veía a Santander con unos anteojos literarios peredianos, como si apenas hubiese nada cambiado, de modo que Pick le reprochará desde La Atalaya haber reproducido párrafos de Pereda, en vez de observar todos los cambios que la ciudad venía experimentando (por ejemplo, había ya más trabajadores en los altos hornos de Nueva Montaña que en todo el gremio de pescadores, parte además de los cuales eran ya empresarios que exportaban su producto). También protestó al ABC el órgano maurista, 'El Pueblo Cántabro', e incluso el Círculo Mercantil e Industrial acordó diputar a dos representantes para que acudieran a San Sebastián a requerir del guatemalteco una rectificación. El periódico madrileño se sintió obligado a una nota de aclaración, donde, por un lado, testimoniaba su aprecio por los progresos de Santander y, por otro, pedía que se leyesen en las crónicas de Carrillo no sólo las partes críticas, sino también las elogiosas. Siendo ABC una publicación monárquica, tampoco convenía zaherir a la ciudad elegida por Alfonso XIII para sus veraneos.
Las mismas páginas de la prensa local desmienten algunos aspectos negativos de Carrillo. Se representaban óperas y operetas, en el Teatro Pereda y el Gran Casino. Lyne, montado a 'Beau', había ganado el Premio Cueto en la carrera del Hipódromo de Bella Vista. El Rey, la Reina y los Infantes participaban diariamente de múltiples eventos, y el trasiego de personalidades nacionales a causa de la estancia regia era constante. Había llegado la escultura de Menéndez Pelayo realizada por Benlliure.
Pick fue quien más cumplidamente replicó, en varios artículos, al 'croniqueur', destacando que Santander, hecho como tal por las más recientes generaciones, resultaba ya muy diferente del de los retratos peredianos. Pero, precisamente, eso podría haberse tomado como un argumento en favor de Carrillo: una ciudad todavía un poco anticuada en comparación con otras, pero sujeta a un perceptible proceso de cambio. Aún faltaban hitos como Valdecilla, diez años después.
¿Qué podemos decir con la perspectiva del siglo? Que el patriotismo local es de larga duración (recuerden la que se armó cuando alguien sugirió que Santander no tenía 'glamour' para albergar una eliminatoria de Copa Davis). Que hoy 'montañés' no muestra la fuerte significación de identidad política que entonces tenía, y ha sido sustituido por 'cántabro'. Que ahora parecen menos frecuentes las óperas, operetas y carreras de caballos.
Y que nos cuesta encajar las críticas. Carrillo era un hombre viajado y cosmopolita, durante un tiempo el corresponsal estelar de 'El Imparcial'. Tenía la Legión de Honor y era una de las plumas más ágiles, con una prosa siempre interesante, limpia y con una clara pretensión de elegancia literaria, pero no de barroquismo ni de artificio. Inquieto y bohemio, tras su divorcio de Meller acabaría contrayendo (terceras nupcias ya) matrimonio con una salvadoreña, Consuelo Suncín, que, pronto viuda (Carrillo fallece en 1927 con solo 54 años), casará con Antoine de Saint-Exupéry, el autor de 'El Principito'.
A este leído cronista, por muy inexactas que fueran sus apreciaciones de detalle, Santander le producía una impresión aún perediana. Y quizá es bueno creer que, a pesar de todo lo que se ha venido desarrollando con éxito, acaso estemos todavía, como en aquel 1919, a medio camino de lo que podríamos ser. Si hubiéramos llegado al supremo saber histórico, que es la ironía, podríamos erigir un busto a Gómez Carrillo, para agradecerle que escribiera tanto de Santander... aunque fuese bien. Y que nos dejase anotado que el provincianismo tiene su lado bueno, bucólico y anti neurasténico. La historia siempre avanza, pero no siempre progresa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.