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Santander tiene tesoros escondidos que juegan al escondite. Uno de ellos, de inmensa lección, es el que a la luz de la naciente mañana, frente al Sardinero, reluce en la pared oriental del pabellón 2, en el Campus de Las Llamas de la UIMP ... . A menudo, con permiso de los agentes de seguridad que guardan el portón de entrada, paso a aprendérmelo de corazón, que es como los franceses nombran lo que se aprende de memoria. Es un espléndido escudo labrado artesanalmente en piedra, en dorada piedra arenisca, que incorpora en su parte superior, como corona, las fechas entre paréntesis (1856-1912), que recuerdan el nacimiento y muerte del universal polígrafo santanderino. Cuya identificación consta al pie del pensamiento, ornado por ramas de acanto, representativas de la inmortalidad.

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