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Pues, la verdad, a los que nos iniciamos en la Historia de España en la Enciclopedia Álvarez, no nos fue tan mal, visto lo que conocen de nuestro pasado, en los tiempos que corren, los estudiantes, a los que Daoiz y Velarde no les suenan ... de nada, lo mismo que dicha enciclopedia, cuyo autor fue un maestro de Zamora llamado Antonio Álvarez Pérez, en la que se recogía un compendio de conocimientos de disciplinas tan variadas como Matemáticas, Física y Química, Geografía, Historia Sagrada, Lengua Española, Historia y Ciencias naturales, y que el Régimen la mantuvo hasta 1970 en la mayoría de las escuelas.
Pero comprobado lo que saben ellos, y lo que aprendimos nosotros, está claro que es abismal la diferencia, por mucho que nos enseñaran que «Aníbal fue un general cartaginés que desde pequeñito había jurado odio eterno a los romanos». O, lo que es lo mismo, que les había cogido tanta 'tiña' que la tomó con Sagunto, que era amiga y aliada de Roma, provocando que los saguntinos, antes de rendirse, se mataran los unos a los otros, sin necesidad de cuidados paliativos, ni eutanasia, y que los romanos, tras perder contra el cartaginés varias batallas, según la enciclopedia, aprendieran con la victoria de Zama, lo importante que es en esta vida la perseverancia.
La misma perseverancia que tuvo Viriato, un pastor lusitano, que ideó las guerrillas, como la mejor manera de enfrentarse a los romanos, con tal éxito, que estos tuvieron que recurrir a la compra de tres de sus capitanes para que le mataran, enseñándonos que lo de los maletines, ya en aquella época, se estilaba.
Y la misma tenacidad que tuvieron los cristianos con los musulmanes, que se tiraron ocho siglos hasta que los Reyes Católicos se hicieron con Granada, y algunos gobernantes encontrasen en la unidad de mando, el modelo perfecto para sacarse de la manga la milonga de «por el bien de España».
Pero, tenacidades aparte, también supimos por la enciclopedia que el Cid hubiese sido un buen vasallo si hubiera tenido un buen señor y que Alfonso X era muy sabio, y aunque lo estudiado no era tanto como para tirar cohetes, al menos aprendimos que España era una monarquía sin rey, en la que el jefe del Estado era por la Gracia de Dios, el que estaba en la escuela, al lado de José Antonio en el cuadro, y que era una dictadura lo que oficialmente se denominaba democracia orgánica. ¿O eso no lo aprendimos en la enciclopedia, y nos abrió los ojos Antonio Gala, haciendo que las piedras hablaran?
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