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Rosa Inés García Afiliada al PSOE
Entre el ruido y el bien común, la política debe dar soluciones. La ley del 'solo sí es sí' no es efectiva en el objetivo que persigue. Legislar es difícil. Los ignorantes son los que menos dudan. Se llama simplismo atribuir lo ocurrido a los ... jueces. Y es terquedad resistirse a corregir el error.
El feminismo no debe ser pretexto para usar las justas reivindicaciones de igualdad como propaganda electoral. Algunos no han querido ir demasiado lejos, sino muy deprisa utilizando expresiones populistas carentes de verdad.
La propuesta de reforma es un acierto. Y que se tome en consideración por los dos grandes partidos que vertebran España, es esperanzador.
Así se profundiza en los métodos democráticos, usándolos eficazmente. La democracia se construye confrontando ideas desde el respeto, discrepando, intentando convencer al contrario. La reforma exige entendimiento, consenso y acuerdo como ejercicios sinceros.
Las banderías ideológicas convierten a veces la política en un reducto de odio asfixiante. Y es poco original sentirse únicos cuando algo nos amenaza a todos. Sin espacios comunes la distancia social crece, cuaja la división y aparece la soledad. Soledad y miedo que sienten las víctimas cuando la ley no las protege.
En este viaje de lo íntimo a lo colectivo, casi todos los días hay víctimas.
La buena política sobrevive a los calendarios.
María Luisa Sanjuan Ex concejal de Cs
No, no era para ti para quien redoblaban los tambores este 8M. Acabado el ruido de la calle, solo queda en ti la furia sorda y la angustia de pensar que, en algún cubil, la alimaña cuenta los días que le quedan para volver a asaltar la angustia de tus noches sin sueño.
La ley que el gobierno más feminista de la historia, con el ministerio más feminista de la historia, traía para reparar tus males solo alcanza a remover tu herida.
Duele que algunas feministas denominen «problema de acomodo» a los efectos indeseables de esta ley y que afirmen que «más allá de que los maltratadores salgan de la cárcel un año antes o un año después, la sociedad no les consentirá reincidir». Como si la sociedad pudiera decidir por encima o por debajo de las leyes. Quién les iba a decir a los odiadores de mujeres que iban a encontrar en algunas de ellas aliadas tan notables.
Tú recuerdas bien qué hacías un año antes de ser violada y como fue lo que vino después. La culpabilidad, las disfunciones familiares y de pareja, la ansiedad, la depresión, el miedo a las relaciones sexuales, el pánico a salir sola, a estar con gente desconocida, a encontrarse de nuevo con el monstruo, las dificultades en tu trabajo… Esos han sido tus tambores.
Cada día que pasa sin reparar este inmenso error, cada rebaja de condena y cada excarcelación serán legales, pero no serán justas.
María Luisa Peón Afiliada del PP
Déjame que insista, Rosa Inés, en el peligro que tiene utilizar la ley como si fuera una pancarta en blanco para escribir un eslogan. Es tan tentador como irresponsable, porque sucumbir a la legislación panfletaria y abandonar los más elementales criterios de técnica jurídica suele tener consecuencias indeseables muy difíciles de revertir. Lo estamos viendo
Y, además, el adanismo. Define la RAE el adanismo como «el hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente». Las impulsoras de esta ley han creído ser las primeras en poner el consentimiento en el centro de los delitos contra la libertad sexual, cuando la realidad es que el consentimiento ha formado parte del núcleo duro de estos delitos desde el Código Penal de 1822. Con consentimiento nunca hubo delito, sin consentimiento sí.
Para justificar la nueva regulación se puso en marcha un torrente de propaganda que repite machaconamente mantras contrarios a los siglos de tradición y doctrina sobre conceptos indiscutibles en el derecho penal universal, como la duda razonable, la presunción de inocencia y en quién ha de recaer la carga de la prueba. Cualquiera diría que es una ley que no ha emanado del poder legislativo, sino de un laboratorio de ideas, del marketing político propagandista para infiltrar ideología, donde inventaron desde un nombre pegadizo como la canción del verano, 'solo sí es si', hasta una consigna para intentar frustrar su reforma: «La vuelta al código de la manada». Lemas que retumban como los tambores que redoblaban este 8M y que no eran para ella.
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