El Foro Enclave va de tauromaquia

Otro lance con el capote por delante y brazos al pecho. El diestro da media vuelta mientras el toro, citándole de frente, pasa por el engaño. El torero vestido de luz, roja y gualda, cual bandera, repite el giro al contrario y por chicuelinas pone en suerte al animal. La lidia. Entre abanicos desplegados, banderillas esperando y mucho calor. Gritaría ¡riégame¡ como pedía Carmen Maura al barrendero municipal en 'La Ley del Deseo'.

El reloj de la Fiesta tiene dique. El de las jaranas y verbenas no. Astas y flautas, picas y caballos, lenguas rojas y el pelaje zaíno del toro que la luna plateada iluminó en la dehesa. Silencio. Aparece el arte, esa sensación que ofrece consuelo a las ilusiones necesarias para vivir. La bella faena impulsa el grito haciendo piña: ¡Olé! Y el calor del aplauso entierra los males de nuestro tiempo en el albero.

El calor está unido a las emociones, la pasión, el amor, la vida. Algunos defendemos la Fiesta a fuego y otros la critican fogosamente. La división del mapa ibérico en dos es un fracaso para nuestro país y una comedia baladí manoseada para la lidia. En la Plaza nos juntamos muchas almas y algunas somos maravillosamente distintas. ¡Qué aburrimiento si a todos nos gustase lo mismo¡

El Juli decía: «Tan importante es saber mandar como dejarse llevar por quien sabe más que tú». El sabe de toros y le escucho. Yo sé que la convivencia necesita gente elástica porque somos muchos buscando la felicidad en un mundo tan pequeño .

Sin trincheras, ¡A mí me gustan los toros!

La frase, que ya forma parte del acervo popular, tiene su origen en un encuentro mantenido entre Rafael El Gallo y Ortega y Gasset. Interesado el torero por la profesión de Ortega, este le contestó que era filósofo a lo que el diestro replicó: «Hay gente pa tó».

Mucha gente pa toros es la que aguardaba hace días en la larguísima cola ante la taquilla del coso de Cuatro Caminos. De su aspecto a primera vista solo podría constatarse que eran jóvenes y mayores; mujeres y hombres. Para deducir tendencia política habría que recurrir al CIS pero, como siempre, ganaría Pedro Sánchez.

Hablando de gobierno guapo, el ministro Urtasun ha suprimido el Premio Nacional de Tauromaquia. Resultado: diferentes comunidades organizando premios al sector, San Isidro con más de 25.000 personas llenando la plaza cada día y en Pamplona más demanda de abonos que nunca. La mayor tentación, una prohibición.

Por tener, ya tenemos el primer torero LGTBI en salir del armario. Se llama Mario Alcalde tiene 31 años y quiere fundar una Peña Taurina en Chueca. Otro disgusto para el ministro de 'descolonización de museos'. A ver cómo descuelga los toros del Museo del Prado.

A quienes siguen empeñados en que la lidia es de derechas cabe recordarles que Francia, Portugal, Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela y México, cuentan con ferias propias y gobiernos ambidiestros.

De Puerta Grande, sirvan estas palabras de uno de nuestros 'zurdos' referentes culturales: «No vayan a los toros si no quieren, pero dejen de tocarnos los cojones». Ole Sabina, de purísima y oro.

Entro al trapo. Inmersos en las fiestas de verano muchas plazas de toda España celebran corridas de toros. Un tema más, otro, propicio para la polémica donde antitaurinos y aficionados mantienen posturas antagónicas. Pitos o palmas. Aquí no hay consenso que valga porque ninguno cambiará de cuadrilla. División de opiniones irreconciliables.

Entre los aficionados entusiastas y los antitaurinos recalcitrantes, presumo de dos amigas, bravas y nobles a partes iguales, que representan lo mejor de cada postura. A ambas admiro por su persuasiva inteligencia, así que soy incapaz de atribuirle más razón a una que a otra.

Mónica es apasionada y nada prejuiciosa. Su mente abierta y asertiva le permite sentirse orgullosa, tanto de su condición de fedataria de la iniciativa para derogar la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural, como de la obra pictórica de su padre, el añorado Manolo Barrigón que, sin ser taurino, plasmó la estética singular de la Fiesta en algunos de sus cuadros, tan intensos y reconocibles como su personalidad.

Nieves Bolado es una aficionada culta y analítica que habla de lo que sabe y lo escribe mejor aún. En todo lo que hace –y en el ejercicio de su cargo de consejera del Coso de Cuatro Caminos también– parece que aplica el mítico trinomio de la tauromaquia atribuido a Juan Belmonte: «Parar, templar y mandar».

Ellas me demuestran, en fin, que en esta España cañí es posible una defensa respetuosa e inteligente de las posiciones más enfrentadas, por mucho que tanto cabestro se empeñe en lo contrario.