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Rosa Inés García Afiliada del PSOE
Qué lengua hablaron Yolanda Díaz y Puigdemont en Bruselas es la pregunta irónica que se hacía en las redes tras el encuentro. No había intérpretes. Bruselas es oficialmente bilingüe. Coexisten el francés y el neerlandés. Puigdemont ¿hablaría neerlandés? Tiempo ha tenido de aprenderlo en los ... seis años residiendo allí, huido de la justicia española.
No sé qué lengua hablarían, pero se entendieron. Yolanda Díaz se encomendó al catalán y obvió el gallego. Se ha envuelto en banderas del fugado, salpicadas de informes, cual 'perejil de todas las salsas' según el PNV. Con las prisas del correcaminos y ladeando el camino esencial a recorrer: el de la Constitución española. La líder de Sumar debiera ir más despacio y escuchar a la Sra Belarra y su 'Club de los 5'. Hablan la misma lengua para no condenar el terrorismo de Hamas y pedir ministerios: castellano.
Dejemos que cada cual celebre su lengua como patrimonio sentimental y cultural. Las lenguas no devalúan el parlamento. Es el enfrentamiento el que lastra el dialogo y frena los acuerdos. En el Congreso, la liturgia es la democracia y la forma, el fondo. Yo quisiera haber oído en euskera, para no entenderlo, recientes intervenciones groseras y tabernarias lanzadas en castellano perfecto.
En los últimos 40 años se escribe ciencia, gramáticas, corpus y diccionarios en catalán, vasco y gallego. Una mujer, Jaione Camborda, hace historia con la película en gallego 'O Corno' alcanzando la Concha de Oro. Lenguas cooficiales.
Yo hablo castellano. Y mi esperanza es que escribamos en lenguaje constitucional todo el porvenir.
María LuisaSanjuan Ex concejal de Cs
Un pueblo llorica, nunca está contento. El catalán es a veces derrochador hasta la indecencia y otras tan avaricioso como un demente; a veces es un lacayo y otras un insurrecto, a veces un conformista y otras un rebelde. El catalán se evade, no se suma a nada, no se compromete con nadie». Palabra de Josep Plá.
Este retrato inmisericorde en el que el propio escritor ampurdanés se incluye, «Me dan-me doy pena», podría servir en nuestros días para un nuevo guion de la que se avecina en España.
Seis años después de proclamar aquella 'Republiqueta' efímera e ilegal, sus protagonistas vuelven a doblar el brazo al presidente Yolandayyo. Ni los indultos ni cambiar el significado de las palabras rebelión, sedición y malversación han sido suficientes. «Volveremos a hacerlo», dijeron. Y en esas estamos.
Una vez escuché al hoy silente José Bono estas palabras referidas al independentismo: «Los que quieren comer aparte es porque quieren comer más». Esta vez, la vicepresidenta Pedroyyo ha ejercido de jefa de sala para ver qué parte de nuestra Constitución le apetece comerse al prófugo a cambio de sus siete votos en la investidura de Sánchez.
Para abrir boca, ya tenemos las lenguas cooficiales en el Congreso y al ministro Albares intentando que Europa las reconozca como oficiales argumentando que el catalán lo hablan 11 millones de personas. Como si la Unión Europea fuese de territorios y no de Estados. Total, ¿qué hacemos 600 millones de pendejos por el mundo hablando español?
'Amnistía y Referéndum' exige el senyoret de Waterloo. Oído cocina.
¿Y para los demás? Res de res (nada de nada).
María LuisaPeón Afiliada del PP
Érase una torre llamada Babel construida al sur de Bagdag hace 4.500 años. A sus moradores Yahveh les hizo la pascua imponiéndoles la engorrosa barrera de hablar en lenguas diversas, imagínense, en una época en la que no existían los pinganillos. Supongo que se quedarían perplejos si vieran que, lo que para ellos fue un castigo, es hoy en España un ansiado trofeo que algunas de sus señorías exhiben con alborozo.
Nuestros constituyentes primero y el parlamentarismo después resolvieron con cierta soltura y mucho consenso la convivencia oficial entre las distintas lenguas que hablamos en el territorio español y así, el castellano es la lengua oficial del Estado, los estatutos de autonomía determinan la oficialidad de las lenguas de las Comunidades Autónomas, en el Congreso se habla español y en el Senado, la Cámara de representación territorial, cualquiera de las lenguas oficiales.
Los diseñadores de la Transición fueron así de hábiles para encajar los diversos y plurilingües intereses de una España deseosa de hacer algo grande juntos y no deja de ser una pena que unos pocos hayan encontrado hoy un… llamémosle resquicio… para sacudir los pilares en los que se asienta nuestra mucho tiempo sosegada convivencia.
Todo apunta a que el resquicio ensanchará como la grieta que cede inexorable y de forma imperceptible al ojo humano, y que la corrección de este antiguo acuerdo sea el preámbulo del revisionismo de la transición. Para ello no hay más que contar un elemento propiciatorio al que agradecer la ocasión, así que, eskerrik asko, Kepa (Muchas gracias, Pedro).
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