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Rosa Inés García Afiliada al PSOE
Tonos beiges, verdes y camel apagados dominaron en Memorias de Africa (S.Pollack). Los modistos palidecieron viendo las calles inundadas con esas tonalidades. Algunos palidecimos ... escuchando al líder del mundo libre criticar el traje de Zelenski como si la guerra y la paz surgieran entre costuras. Las botas militares del ucraniano hubieran dado mejor puntapié al americano que las altas calzadas por Meryl Streep en la película.
En este 'fashion year' del mundo, la brutalidad somete lo que no domina. El hábito sí hace al monje. El traje de guerra de Netanyahu desfila bordado mientras en Ucrania se hilvana una paz engañosa. Europa, con votos, busca botas para defenderse mientras trajeados antimilitaristas pretenden garantizar nuestra seguridad con cerbatanas. Ya se adelantó el manifiesto de Ventotene-1941 fundacional de la UE: «…constituir un Estado federal equilibrado que contaría con una fuerza armada europea en lugar de los ejércitos nacionales...»
La libertad, el clima y la política visten de retales. Censurar Lisístrata en Linares se arregla con un pespunte, frente al desgarrón de Hollywood en los Oscar, incapaces de criticar los horrores de Trump. Encaje de bolillos necesitará Lula da Silva para hacer lo que desea: ser el líder ecológico mundial y abrir explotaciones de petróleo en la Amazonia. Y vainica fina en tela de batista se requiere para apartar las conciencias estreñidas del ágora pública que no dejan espacio al acuerdo.
Sin la magia de la aguja y el hilo adecuados no hay modisto que confeccione el traje para tapar tanta desnudez. España sin Presupuestos, las fallas quemadas y Mazón sin dimitir.
María Luisa Sanjuan Exconcejal de Cs
Ojalá nuestros modelos de geopolítica mundial nos ofrecieran un poco de esperanza. Ya es primavera, pero siguen arrastrando harapos donde deberían exhibir pautas de elegancia como equilibrio, inteligencia y nobleza.
Con una mínima distinción, Trump y sus sastrecillos de infamias nos hubieran ahorrado el bochornoso espectáculo que prepararon para humillar a Zelenski ante el mundo. Primero, ridiculizando su atuendo como si en vez de una guerra viniera de un Tea Party y después, por un apaleo verbal inédito en la historia de la diplomacia internacional.
Del gusto refinado de POTUS dan fe sus corbatas cataplineras, su tupé imposible y ese maquillaje que parece elaborado con polvo marciano. Las transformaciones realizadas en la decoración de la Casa Blanca, con abundancia de detalles dorados, retratan las ínfulas imperiales del nuevo inquilino. Sin olvidar ese despacho oval, puro plató televisivo, donde Elon, el señor de los lavabos de Twitter exhibe motosierras liberticidas, mientras su hijito oscuro (llamado X) manda callar a periodistas y pega mocos en la mesa presidencial. Vaya tropa.
Trump y su amigo Putin encajan a medida en la máxima de Oscar Wilde: «Un hombre cínico es el que sabe el precio de todo y el valor de nada». Ambos y sus cómplices imponen tendencias, desfiles y sudarios. Gaza y Ucrania siguen siendo, por ahora, pasarelas de caos donde el rojo sangre y el negro luto tiñen sus negocios de guerra. Mientras Europa ordena que invirtamos más en estampados defensivos, nuestro gobierno hace guiños a la dictadura china. No parece enterado de que Shein y Temu colonizan, pero no defienden. Acabaremos en pelotas.
María Luisa Peón Militante popular
Pues además, queridas compañeras de sección, de vuestras pertinentes alusiones a la guerra, la paz y a sus protagonistas, en esa extravagante confluencia de política y moda en el despacho oval, ¿qué me decís del papel de ese cooperador necesario que formula la pregunta, el periodista Brian Glenn? Qué pena, que de entre toda la multitud que abarrotaba esa tarde la Casa Blanca, no emergiera Coco Chanel para responderle con su mítica frase: «No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase».
Igual que el prêt à porter democratizó la moda y la hizo accesible a las clases medias, Brian Glenn nos ha hecho comprensible a una inmensa mayoría de profanos de la geopolítica cómo se las gastan los nuevos top de la política mundial. No hemos tenido que bucear en las crónicas de internacional para saber que su estrategia es la de la coerción y que la única diplomacia que conoce es la de las rayas de sus trajes.
El prêt à porter ha transformado la moda en riqueza. Este sector representa en nuestro país el 2,8% del PIB, el 8,2% de las exportaciones (de momento a salvo de los aranceles de Trump), emplea a 130.000 trabajadores de forma directa y factura alrededor de 15.000 millones de euros al año. La política y la moda también han confluido en España. Recuerden que uno de sus máximos exponentes, Amancio Ortega, es objeto de las más mezquinas campañas de desprestigio por parte de la extrema izquierda.
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