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Madrid siempre es el enemigo recurrente cuando hace falta aunar voluntades y enterrar tropiezos locales. Muchas veces son críticas justas y otras exageradas o interesadas, pero todos los gobiernos de todos los colores sin excepción han dejado de incluir una partida presupuestaria clave, retrasado el ... pago de una deuda histórica o legislado en contra de los intereses autonómicos. No es nuevo, pero ahora Moncloa parece esmerarse con fuerza en que se note y, además, en dejar en evidencia a su propio partido en Cantabria.
En mayo del año pasado, cuando intentábamos respirar después de dos meses encerrados en casa por el covid, Pablo Zuloaga encontró un proyecto que podía generar cierta ilusión tras muchos días de malas noticias. El Centro Meteorológico Europeo se mudaba de Londres por el Brexit, y el vicepresidente creyó que Comillas era el mejor destino para acoger a sus 1.500 investigadores. La ilusión apenas duró unas horas. La misma mañana que el dirigente socialista anunciaba la candidatura de Comillas en rueda de prensa, Pedro Sánchez anunciaba su apoyo a Barcelona. Una desautorización que cayó como una bomba en el PSOE cántabro y que, además, Revilla aprovechó para hurgar en la herida: «Zuloaga está bastante desolado y ha podido comprobar en primera persona que pinta menos que Torra».
Esta anécdota ha resucitado estos días a causa de la protonterapia. El vicepresidente lleva meses enarbolando la bandera de un proyecto que iba a ser único en España e iba a catapultar a Valdecilla como un referente europeo en la lucha contra el cáncer. Un objetivo justificado porque solo dos centros privados de Madrid cuentan con esta tecnología. Para mayor gloria de la sanidad pública, el proyecto descartó la financiación privada original para costearse exclusivamente con fondos públicos. Pero de nuevo apareció Pedro Sánchez en el camino de Zuloaga, esta vez con 250 millones de Amancio Ortega para llevar la protonterapia a siete comunidades. Entre ellas Cataluña, que cuando en febrero anunció su intención de meterse en esa carrera Zuloaga lo tachó de «anuncio electoralista que llega a rebufo del proyecto cántabro, y que en realidad no está sustentado de manera sólida». Pues bien, ahora tendrá protonterapia y sin gastarse un euro de dinero público. Otro debate distinto es si la sanidad cántabra está empezando la casa por el tejado, con carísimos proyectos de última generación para unos pocos cuando Salud Pública está en andamios, con una escasez endémica en programas de prevención, centros de salud y consultorios por toda la región.
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