Enemigo o adversario

Los enemigos se enfrentan porque el objetivo de cada uno de ellos es la destrucción del otro. Cuando un país, pero también un partido, su grupo dirigente, o su líder, se encuentra acosado por la opción entre victoria o desaparición, elige la primera a cualquier precio. Y ese precio resulta ser la destrucción total del adversario que se convierte en enemigo. La guerra total está servida, fuerza o astucia, ¿qué importa, si se trata de enemigos? El sistema político nacional o internacional, según el marco de referencia, salta por los aires, pero eso no parece importar. Un enfrentamiento como el descrito utiliza, entre otras armas, los valores. Ya vaciándose de ellos, para que nada empañe la desnuda voluntad de poder; ya inventando valores al servicio de esta voluntad. Valores duros y aristados como las piedras, puesto que se trata de tirarlas a la cabeza del prójimo. Algo falla en nuestra cultura política cuando lo que más moviliza y se aplaude es el odio. «Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más». Oscar Wilde.