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El 'Diario de Avisos' de Tenerife publicó una información de la Consejería de Sanidad de Canarias que decía: «El abandono de ancianos en los hospitales canarios: grave problema y vergüenza social. Unas 330 personas mayores permanecen viviendo en camas hospitalarias porque sus familias no pueden ... o no quieren hacerse cargo de su atención en sus domicilios, por la ausencia de plazas residenciales o los retrasos en la gestión de la Dependencia». Esta situación se produce en casi todos los hospitales públicos y está agravada por la soledad.
Imagine una condición que hace que una persona se vuelva irritable, deprimida y egocéntrica, y está asociada con un aumento del 26% en el riesgo de mortalidad prematura. Imagine también que, en los países industrializados, alrededor de un tercio de las personas se ven afectadas por esta condición, con una persona de cada 12 gravemente afectada, y que estas proporciones van en aumento. Los efectos de la condición no son atribuibles a alguna peculiaridad del carácter de un subconjunto de individuos, son el resultado de la condición que afecta a la gente común. Tal condición existe: es la soledad. La soledad es estigmatizada, trivializada o ignorada; con el rápido crecimiento del número de adultos mayores en los países industrializados, la mayor probabilidad de mortalidad prematura y los efectos nocivos de la soledad, que se han identificado en modelos animales e investigaciones longitudinales en humanos, la soledad se perfila como un relevante problema de salud pública ('Lancet' 2018 Feb 3;391(10119):426).
El alta médica de un hospital no implica que el paciente esté restablecido para llevar una vida autónoma. En la convalecencia, un paciente continúa necesitando cuidados, porque su incapacidad le impide realizar las actividades básicas de la vida diaria. En casos, las secuelas incapacitantes de la enfermedad serán permanentes. Se trata de la condición conocida como dependencia.
El Consejo de Europa en su recomendación de 1998, define como dependencia «un estado en que las personas, debido a la falta o pérdida de autonomía física, psicológica o mental, necesitan algún tipo de ayuda o asistencia para desarrollar sus actividades diarias». «La dependencia podría verse agravada por la ausencia de integración social, relaciones solidarias y recursos económicos adecuados».
Los cuidados sociosanitarios se regulan en la Ley de Cohesión y Calidad de 2003. El Art. 14.2 reza: En el ámbito sanitario, la atención sociosanitaria (...) comprenderá: a) Los cuidados sanitarios de larga duración. b) La atención sanitaria a la convalecencia. c) La rehabilitación en pacientes con déficit funcional recuperable.
Hay tres tipos de soledad. Una soledad psicológica, que es el sentimiento subjetivo de insatisfacción o infelicidad, en relación con el número y la calidad de las relaciones o conexiones sociales. Otra es el aislamiento social, que es la falta o carencia objetiva y física de contacto social con los demás. Vivir solo es distinto de sentirse solo. En tercer lugar, está el apoyo social, que es la disponibilidad de cuidados familiares o institucionales y también los cuidados de larga duración, para hacer frente a la convalecencia hasta poder retornar a su casa. Son tres situaciones distintas entre las que puede haber vasos comunicantes.
Es cruel la soledad asociada a la enfermedad. Un ingreso hospitalario y su convalecencia es un problema social de primer orden. En el caso de carecer de apoyo social, las personas no pueden ser dadas de alta porque están solas, sin ayuda y bloqueando una cama de hospital, aunque médicos y enfermeras son conscientes de que no pueden ser atendidas en su casa porque están solas. Esta soledad y carencia asistencial produce este bloqueo.
Muchos hospitales han puesto en marcha medidas para afrontar esta compleja problemática. Cito solamente las del Hospital de Guadarrama de Madrid como ejemplo de muchos otros. La Unidad de Trabajo Social prevé las dificultades al alta hospitalaria desde el momento del ingreso. Junto con médicos y enfermeras, analizan la calidad del apoyo social del paciente. Cuando se identifica algún riesgo, buscan una solución a través de servicios sociales o de los familiares. Este grupo clínico de trabajo tiene el objetivo de planificar, anticipadamente, los cuidados sanitarios y sociales que precisará la persona cuando le den el alta hospitalaria, trabajando en coordinación con atención primaria, centros sociosanitarios, atención domiciliaria, y con los cuidadores informales y su familia si los tuviera.
En este contexto hospitalario y de enfermedad, ante la carencia de esta estructura sociosanitaria intermedia que tienda un puente entre el hospital y los hogares, las personas que viven solas o que carecen de apoyo social, se encontrarán en desventaja con respecto a aquellas otras que cuentan con un entorno familiar, social, o económico favorable.
Por último resaltaría que cuando los cuidados recaen en las familias, la mujer, y especialmente las hijas cuidadoras, pueden encontrarse en una situación especial de riesgo, dado que culturalmente «han sido dirigidas» para asumir esta responsabilidad. Por lo tanto, dejan de ser mujeres para convertirse en cuidadoras y se ven afectadas por procesos que conducen al aislamiento social y que incrementan la probabilidad de experimentar sentimientos tristes e incapacitantes y de nuevo, sufrimiento, soledad y aislamiento social.
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