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Sanidad acaba de publicar un informe sobre el consumo de drogas en los institutos españoles, y viene a contar más o menos lo de siempre. O sea, eso que últimamente expresamos con un gif del Cigala diciendo «¡Válgame el Señor!». Que los adolescentes se ponen ... mucho, casi tanto como los adultos, vamos. Que fuman, beben y cosas mucho peores, y que no ven el peligro, en definitiva. Una realidad incómoda, sobre la que preferimos no incidir demasiado, porque además de no tener una solución sencilla, resulta que, si rascamos un poco, los institutos y los jóvenes de hoy día se parecen, sospechosamente, a los de hace veinte o treinta años.
Lo que sí que sorprende, al adentrarse en el informe, es que desde hace un par de años incluye un nuevo apartado: el de internet y las como una adicción más. Asegura el estudio -en realidad, una encuesta- que «prácticamente la totalidad de los estudiantes utilizan el internet como alternativa de ocio», y hasta se pone un poco irónico al afirmar que «casi la mitad de los alumnos reconocen no visitar nunca páginas de adultos». No hace falta saber muchas matemáticas para imaginarse qué hace la otra mitad, claro...
Según el estudio, una cuarta parte de los adolescentes está enganchado a internet, lo que seguramente hará saltar las alarmas en las esferas políticas. Ahora, esperemos que a nadie se le ocurra hacer ese mismo estudio en los centros de trabajo, en las universidades o en las familias, porque lo mismo nos llevamos la ingrata sorpresa de que entre la población adulta el cuelgue con la tecnología es todavía mayor. Porque podemos sobrevivir a un confinamiento, pero, como nos quiten el guasap y las redes sociales, ése día sí que salimos todos a la calle, pero a armar una revuelta.
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