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Con Giorgia Meloni, cuya coalición ha sido recientemente elegida para gobernar Italia, va a pasar lo mismo que con todos los líderes nacional-populistas que hoy ejercen el poder en muchos países y experimentan una tendencia al alza en los demás. Los políticos democráticos, ... a derecha e izquierda, no saben cómo manejarse para proteger el sistema; cuanto más los atacan, más populares se vuelven entre su electorado y si no los atacan hacen de su capa un sayo y debilitan las instituciones para gobernar, de hecho, como autócratas. La democracia, en tanto que sistema esencialmente consensual, se muestra impotente para defenderse de su asalto al poder; han encontrado el talón de Aquiles y ahí dirigen hoy todos sus dardos.
Siguiendo la línea marcada por sus correligionarios en otros países, Meloni juega con una fundamental ambigüedad. Para empezar, se declara de centro-derecha (¿cinismo o sarcasmo?) mientras mantiene su discurso de odio al inmigrante y la llama fascista en el escudo de su movimiento, entre otras variedades de carnaza para sus militantes. La jaculatoria «el que no está con nosotros está contra nosotros» constituye la columna vertebral de sus planteamientos; esto es lo que rinde impotentes a los defensores de la democracia.
También se declara conservadora, defensora de los valores de la familia tradicional y de la independencia de Ucrania, mientras pone a la democracia y a la Unión Europea en el alero en momentos realmente críticos para ambas. Dice que ella no es Salvini (La Lega) ni Berlusconi (Forza Italia); el primero proponente de un bloqueo naval a los inmigrantes y guerra al LGTBI, y Berlusconi, con un historial delictivo que hace palidecer al del propio Trump; pero se ha presentado a las elecciones en coalición con ambos y tendrá que entregarle a Berlusconi (dueño de las llaves de Congreso y Senado) importantes ministerios.
Caben pocas dudas de que Meloni será elegida presidenta del gobierno italiano. No obstante, su ejecutivo va a verse obligado a actuar con realismo dada la crítica situación de Europa en general y de Italia en particular. Para empezar, el paquete de 200 mil millones de euros del fondo de recuperación de la UE destinados a Italia, hará que las críticas se dulcifiquen, arrime el hombro en la guerra de Ucrania y actúe solidariamente en la aplicación de medidas paliativas a la crisis energética. Luego está el hecho de que la principal preocupación de los votantes, partidarios o no de Meloni, es el aumento del costo de vida, muy por delante de la llegada de inmigrantes.
Por otra parte, la patente inexperiencia de Meloni la llevará a cometer errores de bulto que en nada ayudarán a mejorar la ya muy deteriorada imagen de Italia, tanto en Bruselas como en los mercados financieros. El contraste con el gobierno de Dragui, uno de los más prestigiosos tecnócratas de la UE, será clamoroso. Draghi negoció el citado paquete de 200 mil millones; con el compromiso de acometer determinadas reformas que, precisamente por no recibir el suficiente apoyo por parte de los partidos que sí apoyaban el gobierno tecnócrata, lo llevaron a presentar su dimisión irrevocable. Dichas reformas habrán de acometerse ahora, por un gobierno cuyo principal partido (Fratelli d'italia) fue el único que no apoyó el gobierno de Draghi. Lo mismo hay que decir de la compra por el BCE de bonos italianos -el país más endeudado de Europa y parte del extranjero, excepto Grecia- para contener la subida de intereses de sus muchos créditos.
Teniendo en cuenta que Meloni será la primera jefa de gobierno que ha ganado las elecciones por mayoría en los últimos 14 años -las anteriores victorias fueron fruto de negociaciones posparto- la UE deberá tentarse mucho la ropa antes de volverle la espalda, su pena de echarla en brazos de los Orban (Hungría) de este mundo.
Supongo que en Bruselas estarán poniéndole velas a todos los santos para que la piel de cordero no se le deslice y Meloni enseñe la patita por debajo de la puerta; pero habrá de hacerse algo más: la UE deberá tomar nota de los errores cometidos con Theresa May, que finalmente llevaron a Johnson al poder y a una versión infumable del 'Brexit'. O sea, hay que cuidarse mucho de no entrometerse en la política interior italiana pues nada fortalecería más a Meloni; aún menos contar con que el resultado electoral se vaya a revertir antes de las próximas elecciones generales, el ejemplo de Hungría y Polonia debería alertarlos al respecto. Tampoco el hecho de que socialdemócratas y liberales tengan la mayoría en el Parlamento Europeo, debiera ser razón para hacerles caer en la tentación de sancionar a los más conservadores de la cámara; estoy de acuerdo con atajar el populismo con firmeza, pero sin convertirlos en mártires de la causa. Mucho más fácil decirlo que hacerlo.
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