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Ha fallecido a la edad de 91 años Ennio Morricone, famoso músico y compositor italiano. Había nacido en Roma en 1928. Como músico, saltó a la fama por las bandas sonoras de algunas películas del Oeste de Sergio Leone: 'Por un puñado de dólares' (1964), 'La muerte tenía un precio' (1965), 'El bueno, el feo y el malo' (1966), etc... Posteriormente colaboró con directores de la talla de Pier Paolo Pasolini, Bernardo Bertolucci, Giuseppe Tornatore, Brian De Palma, Roman Polanski, Oliver Stone, Pedro Almodovar. Compuso la música de la película 'La misión' dirigida por Roland Joffé. Entresacamos frases de la entrevista que concedió a la revista italiana 'Credere.it' publicada en español por 'Religión en libertad'.
Su fe cristiana tenía hondas raíces familiares: «Provengo de una familia cristiana. Mi fe ha nacido en mi familia. Mis abuelos eran muy religiosos. Mi madre, mis hermanas y yo rezábamos siempre antes de irnos a la cama. Recuerdo el periodo de la guerra. Durante esos años terribles rezábamos el rosario. Estábamos todos muy impresionados. Me veo de nuevo, medio dormido, respondiendo a los Ave María de mi madre. Siempre hemos sido religiosos. Los domingos íbamos a misa y comulgábamos».
Pero su fe no se quedaba en lo rezos, desde pequeño sabía que ser creyente implicaba sacrificio y respeto a Dios y al prójimo. «Identifica a una persona honesta, altruista, respetuosa de Dios y del prójimo. Amar a los otros -aunque la palabra amar puede parecer fuerte-, pero es así. Esto es importante». También «en estos últimos tiempos -añadía- hay que sacrificarse aún más: yo mismo algunas veces me sacrifico para ayudar a las personas que están en paro, a las muchas preocupaciones que agobian. Con mi esposa, que es una buena persona, escrupulosa, hemos acostumbrados a nuestros hijos a esta generosidad».
Sus trabajos musicales le acercaban a Dios: «La música es el único arte real que se acerca verdaderamente al Padre eterno y a la eternidad. Me digo a mí mismo, y algunas veces a mi mujer, que la música ya existía, ¡toda ella! La música que ha sido escrita y que será escrita. ¡Y el compositor que la ha cogido y la cogerá! Según la propia época, según el momento en el que él escribe y según la civilización y el estado de la investigación musical de su tiempo. La música ya existe, aunque no esté». No sólo cuando componía la banda sonora de teleseries sobre papas, sino cuando lo hacía para películas del Oeste. Creía, confesaba, «haber tocado al máximo lo sagrado cuando he relatado el alma del hombre en las series de televisión sobre Juan XXIII y Juan Pablo II, pero también en las películas de Sergio Leone, donde además de violencia, hay siempre esperanza. Una esperanza que siempre he incluido implícitamente en todas mis partituras», decía a los 84 años.
Sobre 'La Misión', comentó que la vio sin música, y la película le hizo llorar. «Tenía delante de mí al director y a los dos productores y les dije: «No, yo no la hago, es preciosa así». Creo que estuve llorando media hora. Y ellos insistían. Hasta que cedí: 'Haré la música'. No quería componerla porque si me equivocaba podría haber estropeado la película. Trabajando sobre tres elementos distintos que no podía ignorar, el oboe del jesuita padre Gabriel, la música coral y la música étnica de los indios, creo que fue un milagro que consiguiera componer una música en la que tres combinaciones independientes de sonidos funcionaban también contemporáneamente».
En su repertorio encontramos también música sacra y no hace mucho dirigió una Misa en homenaje al papa Francisco de belleza intensa y única. «Se me pidió Amen como composición para un coro para la iglesia de Santa María de los Ángeles de Roma, con ocasión de un Festival en el que participaban seis coros procedentes de todo el mundo. Decidí componer una obra donde sólo una palabra, 'Amen', fuera cantada pero con la idea de implicar a los seis coros. Egisto Macchi me pidió que escribiera un Via Crucis. Le respondí que sí. Recientemente he escrito una música sobre la Creación. El aire, la luz, el agua, el fuego, la tierra, el hombre. Después, la torre de Babel, de la que mana, en hebreo, una multitud de voces en un crescendo cada vez más imponente».
La música puede ser una oración de gran intensidad. «¡Ciertamente! Pero más allá de la música se necesitan palabras, intenciones, concentración. Yo rezo una hora al día, incluso más. Es lo primero que hago. También durante el día, así, al azar. Por la mañana me pongo delante de ese Cristo (el del gran salón de su casa). Y también por la noche. Espero que mis oraciones sean escuchadas».
Emociona cómo este compositor ha podido plasmar en su música la belleza de Dios. De Ennio Morricone se puede decir que puso todos sus talentos al servicio del creador. Descanse en paz.
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