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No nos van a convencer de que lo malo es bueno, lo negativo es positivo y lo que nos perjudica nos va a beneficiar. Estos días hemos asistido a justificaciones inverosímiles, pero apostar por una amnistía selectiva cuyas condiciones las decide el amnistiado es un ... insulto. Apostar por decisiones empresariales y económicas de quien no ha pegado un palo al agua en su vida es indignante.
¿Qué consecuencias tiene para Cantabria? Decídanlas ustedes: condonación de deuda, cesión de la gestión del régimen de la Seguridad Social a determinadas comunidades, reducción unilateral de la jornada laboral, cálculo del Impuesto de Sociedades sobre el resultado contable de las empresas, cesión del 100% de todos los tributos que se pagan (y se quedan) en Cataluña y una nueva batería de impuestos, hasta 14, que están anunciados para comienzos del año próximo. Parece que el ajuste fiscal se cargará en la mochila de las empresas de Cantabria.
En nuestra comunidad, para poder crecer y recuperar el terreno perdido, necesitamos velocidad porque nuestra situación de partida es la peor. Somos más endebles y estamos más expuestos a los vaivenes de la economía y la política: no hay capacidad de influencia en el Gobierno central. Hay otros aspectos que también nos perjudican: grandes empresas tienen sus centros de decisión fuera, el sector industrial está sobreexpuesto a los costes de la energía, competimos con costes sociales y ambientales mucho más altos que en otras economías (por cierto, a las que consumimos sus productos en detrimento de los nuestros) y nuestro modelo productivo está anticuado y desequilibrado.
Los empresarios buscamos certidumbre para nuestra actividad, planificación real y necesitamos tres condiciones básicas que ahora mismo están en peligro. La primera es la competitividad en igualdad de condiciones, es decir, que todas las empresas estén en el mercado sin dopaje fiscal o sobreprotección política. La segunda es la independencia, es decir, que los agentes sociales seamos quienes acordemos de forma autónoma las condiciones en la que se gestiona nuestra actividad dentro del diálogo social.
La tercera es la equidad, especialmente en materia fiscal. Entre 2019 y 2021, el incremento del porcentaje sobre el total del Impuesto de Sociedades ha pasado del 9,3% al 10,9%, es decir, un incremento de 1,5 puntos en tres años (32.339 millones de euros en 2021). Además de otros impuestos, las empresas aportan el 69,5% de las cotizaciones a la Seguridad Social, 95.556 millones de euros en 2021. Con esta realidad, los anuncios de nuevos tributos no solo ponen en peligro las empresas actuales, sino que desincentivan la inversión. El empresariado de Cantabria empieza a estar agotado y, en algún caso, decide cerrar la empresa.
En la entrega de los VI premios CEOE-Cepyme Cantabria que celebramos hace 15 días quedaron claras cuatro ideas: 1) La unidad de todos va a ser la herramienta más poderosa para afrontar un futuro muy difícil. 2) Quien no se moja en este proceso, rema en contra. 3) Las empresas y la ciudadanía no queremos políticos acomplejados. 4) Marquemos ocho objetivos estratégicos en Cantabria y vayamos con decisión a por ellos. Hay varias cosas que podemos hacer entre todos:
La primera es que los poderes públicos se dejen ayudar. Los empresarios estamos para ayudar, porque en ello va el progreso de Cantabria.
La segunda es trabajar juntos: los poderes públicos y las empresas somos aliados, socios, con un interés común: Cantabria. El sector privado da empleo a cerca del 83% de la población activa y más del 86% de toda la inversión efectuada en 2021 proviene de las empresas de la región.
La tercera es ser valientes en las decisiones, por ejemplo, en relación con la burocracia o la fiscalidad. Ahora la presión fiscal en Cantabria está 2,3 puntos por encima de la media de España; más de veinte puntos por encima de Vizcaya, Álava o Guipúzcoa; 6 puntos por encima de Castilla y León, y más de 2 puntos sobre La Rioja. Necesitamos ponernos al menos a su mismo nivel para competir en condiciones similares.
La cuarta es ser estratégicos: apostando por sectores que pueden ofrecer un valor diferencial con políticas acertadas de I+D+i cercano y enfocado a áreas como el sector agro con visión tecnológica, la movilidad sostenible, la formación profesional, la digitalización o la transición energética. Desde la unidad y desde la toma de decisiones inteligentes y audaces es como podremos enfrentarnos a un futuro que se presenta complejo para Cantabria.
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