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Cada año la multinacional de la comunicación Edelman publica su barómetro sobre el estado de la confianza en la que mide y pondera cual es el nivel de confianza que despierta entre la ciudadanía las diversas instituciones y persona que confirma la vida pública. Es ... un estudio al que las empresas y los organismos públicos prestan mucha atención por su rigor.
En la edición de este año hay un dato que marca un cambio de tendencia significativo: en 2024 la institución en la que más confían los españoles son las empresas, por encima de los medios de comunicación, las ONG y el gobierno de la nación. La confianza en las empresas ha subido 7 puntos con respecto al año anterior. Es una buena señal.
Los ciudadanos reconocen en las empresas una fuente de confianza que no ven en otras instituciones. Y esto ocurre a pesar de las campañas políticas que tratan de socavar la imagen de las empresas atacando a empresarios cuyo 'pecado' es, por lo visto, crear empleo, generar riqueza, pagar impuestos para tener mejores servicios públicos y estar comprometidos con su territorio y con su país.
Mas allá de los resultados, lo que el barómetro de Edelman nos dice es que la opinión y el prestigio de la actividad empresarial está por encima de opiniones interesadas, parciales, y sesgadas.
Los datos de la encuesta también nos dicen que los empresarios tenemos hoy una responsabilidad adicional: liderar la sociedad civil. En Cantabria así lo hemos entendido y en CEOE Cepyme estamos empeñados en cumplir con ese compromiso siendo un actor eficaz al servicio de la Comunidad, con independencia de quien esté instalado en el edificio de Peña Herbosa.
Así lo hemos expresado a los presidentes de los últimos gobiernos regionales y así lo hemos demostrado en circunstancias extraordinariamente complejas como la pandemia y la crisis económica posterior. Queremos servir a Cantabria para hacer de nuestra tierra un lugar donde sea atractivo invertir, crecer, desarrollarse y prosperar.
Pero para que esto suceda necesitamos tener, al menos, las mismas condiciones que nuestros vecinos y esas condiciones necesitamos que estén ya, porque el tiempo que perdemos es tiempo que no vuelve y lo que dejamos de hacer otros lo ponen en marcha.
Hay cuestiones que no pueden esperar y que entre todos debemos empujar en la dirección que marcan las decisiones que nos hagan más competitivos, más agiles y, en definitiva, más atractivos. Necesitamos decisiones valientes de dirigentes sin complejos.
Necesitamos optimizar la fiscalidad. El gobierno regional debe ser más ambicioso. La presión fiscal en Cantabria, respecto a nuestros vecinos, está más de 20 puntos por encima de Vizcaya, Álava o Guipúzcoa; 6 puntos por encima de Castilla y León y más de 2 puntos sobre La Rioja.
Necesitamos de una vez agilizar la burocracia, facilitar y simplificar las relaciones con la administración a todos los niveles. Una consejería con ese título es una clara declaración de intenciones, pero necesitamos resultados cuanto antes. Y eso pasa también por hacer que los órganos de decisión (la Crotu es un ejemplo clarísimo) sean eficientes.
Es imprescindible mejorar nuestra competitividad industrial que sigue siendo la base más robusta de nuestra economía: Cantabria está en 8º lugar de las 17 comunidades autónomas. Y de nuevo nuestros vecinos y competidores, Castilla y León, La Rioja, Aragón, País Vasco o Navarra van por delante.
Es urgente resolver el problema del absentismo laboral, donde estamos en negativo a la cabeza del ranking nacional.
Hay de cuidar a nuestros jóvenes con formación para mantener aquí su talento. La paradoja es que las empresas no encuentran perfiles cualificados y tenemos cerca de un 30% de desempleo juvenil. Apostemos también por la formación no reglada como nuestros competidores.
Las energías renovables y la conectividad son otras asignaturas pendientes. Las infraestructuras tienen que garantizar las conexiones sostenibles, rápidas y eficaces de personas y mercancías. Y en esto nos estamos quedando muy rezagados.
Ha pasado casi un año desde el cambio de gobierno en Cantabria. Ya es el momento de que se comience a notar la impronta del nuevo ejecutivo en decisiones y en resultados.
Los empresarios necesitamos sentir y ver que las promesas y los programas políticos se convierten en realidad porque el tiempo apremia y todos nos jugamos mucho en el empeño. Estamos deseando ayudar. Somos leales, pero también exigentes. El Gobierno sabe que puede contar con nosotros desde la independencia y desde el compromiso sin condiciones con Cantabria y su futuro.
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