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Estamos entrando en un túnel histórico. La metáfora es apropiada por dos motivos: el entorno de horizonte se ha reducido drásticamente y la situación parece cada día más oscura. Muchas cuentas de la lechera, incluidas las que se hacen para La Lechera en Torrelavega, pueden ... quedar canceladas a lo largo de este año. El estrechamiento de los márgenes de maniobra económicos y presupuestarios dificultará cumplir todo aquello que no esté ya en marcha, e incluso lo que ande en ejecución verá dilatados sus plazos. El nuevo desfiladero de la historia nos pilla con demasiados deberes sin hacer.
Las señales locales son claras. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) recuerda que en el primer trimestre hemos estado creciendo dos puntos por debajo de la media española. Y los datos del SEPE y de la Seguridad Social nos dicen que la reducción anual del paro, y la generación de empleo, son notoriamente inferiores al promedio nacional. Llevamos así desde primavera del año pasado. Es decir, entramos en el túnel a una velocidad baja y con mucho traqueteo y humareda. La última, Sniace, que podría proclamar, como el santo Job: la Administración me lo dio, la Administración me lo quitó, alabada sea la Administración.
La Reserva Federal y el Banco de Inglaterra han subido el interés de los préstamos, para tratar de apaciguar una inflación elevada. Ya hay banqueros que advierten de que los intentos de 'aterrizaje suave' de la economía es probable que produzcan una recesión; otros creen que podría darse una crisis de combustión lenta. En nuestro espacio han comenzado ya las presiones para que el Banco Central Europeo, guardián de nuestra moneda y de nuestra estabilidad de precios, tome dos importantes medidas deflacionarias: la primera, finalizar la generosa compra de deuda de países como España o Italia; la segunda, subir los tipos de interés para enfriar los precios. Pero si España, que ya tiene problemas importantes, acumula a estos un endurecimiento del crédito (que retraerá el consumo y la inversión) y un mayor coste de la deuda pública (al tener que financiarla en el mercado), se producirá a un mismo tiempo la caída del ritmo de gasto público y del gasto privado. En esas condiciones, una recesión o estancamiento es perfectamente posible y el empleo (y/o el salario real) tornará a resentirse.
Por otro lado, muchos factores de carestía se pueden convertir en estructurales. Rusia no solo está atacando Ucrania, sino además nuestra despensa y todos aquellos objetos cotidianos que incorporan determinados metales. Nuestro boicot a los rusos, además, implica un trastorno decisivo del comercio internacional en el continente y un encarecimiento de suministros básicos. Si a esto le agregamos algunos factores de inestabilidad asiática y molestias víricas, intuimos que estas condiciones adversas no se van a disipar de golpe.
¿Quién va a explicar a la ciudadanía que el IPC de productos básicos diarios no bajará tan pronto, y que la estrategia del BCE sobre precios obligará a ajustes presupuestarios similares a los vividos hace una década? ¿Y quién va a explicar que subir la presión fiscal en esas condiciones es convertir a la Administración en un Drácula y desprestigiar definitivamente la política?
Y sobre todo, ¿quién tendrá que explicar que la lista de los Reyes Magos, papelucos y demás manuscritos redactados con tinta de un ciclo de expansión se va a convertir en un confinamiento indefinido de Melchor, Gaspar y Baltasar lejos de Cantabria? Por ejemplo, se ha anunciado como propósito de la nueva Ley de la Ciencia alcanzar un 3% del PIB en inversión en I+D. Pero los que vemos hoy que el INE nos adjudica solo un 0,93% para el año más reciente y conocimos otros voluntariosos programas que solo aspiraban a un 1,5% del PIB, y ni así llegaron, podemos sentir ya el frío nordeste de un sano escepticismo.
Predecir es tarea difícil; sobre todo el futuro, que dijo el ocurrente. Ahora que se ha recuperado en Italia un manuscrito de Nostradamus, se puede consultar su autoridad certificada. Reuters ha publicado esta exclusiva: el programa de compra de bonos (del que se financia también Cantabria por vía indirecta) podría terminar el 30 de junio, y a partir de esa fecha puede haber una o dos subidas de tipos de interés; se admite una 'recesión técnica' de dos trimestres consecutivos. Como las recesiones técnicas y los aterrizajes suaves los carga el ángel caído y escayolado, entramos en el túnel, pero el maquinista no sabe cuándo saldremos. Recuérdelo cuando pase el revisor por su vagón a pedir el voto.
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