Errores y responsabilidad
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LA TIERRA DORMIDA ·
Pocos políticos piden perdón por sus pifias, lo que evidencia falta de seguridadEl voto de Alberto Casero (PP), ha permitido la aprobación de unas medidas que cambiarán históricamente las relaciones laborales en España. Este, y otros ... errores cometidos por políticos, son asumidos con epítetos malsonantes, pero con escasa exigencia de responsabilidad personal -y menos, pecuniaria- pasando en poco tiempo del escándalo a la anécdota. En los desaciertos, la petición de perdón podría, al menos, aliviar el enojo y la indignación de quienes, de una manera u otra, tienen que pagar las consecuencias de sus equívocos.
Igualmente, la exigencia de responsabilidad civil resarciría de los efectos negativos de una decisión mal tomada. Nadie, o muy pocos, en los estamentos políticos, piden perdón por haberse equivocado, lo que evidencia falta de seguridad en su relación con los ciudadanos. Suelen recurrir, primero, a negar que se haya cometido una pifia, echando la culpa a circunstancias ajenas -en su auxilio ha venido el argumento de «errores informáticos»- y, si no queda más remedio, asumiendo que ha existido un error pero sin reconocer su responsabilidad en el desatino. Solo dan cuenta ante sus partidos y sus líderes políticos, casi siempre a puerta cerrada.
Estas actitudes dejan en evidencia una gran incapacidad de autocrítica y cierto miedo al titular, ese «enemigo» que les deja en paños menores. Por el contrario, reconocer las equivocaciones, es valorado por los ciudadanos -cada vez más exigentes- positivamente; haciéndolo, aunque se trate de una pose, pueden resultar mas creíbles ante la opinión pública. Moralmente es más aceptable el reconocimiento de un error que, de paso, les evita las chuflas. Pero, además, existe una responsabilidad civil por los yerros que conllevan perjuicios económicos, algo que parece totalmente ajeno a los políticos, que con los aforamientos -por ejemplo- vociferan defendiendo su propia impunidad, blindando su patrimonio ante cualquier demanda que pudiera plantearse por sus gazapos.
Cosa bien distinta ocurre en el ámbito privado donde un gestor, al que se le paga un sueldo por hacer bien su trabajo, tiene que responder ante los consejos de administración por los errores que hayan supuesto un menoscabo de los intereses de la empresa. Pero en España, se ha conseguido que en este ámbito, los políticos no sean iguales a los demás ciudadanos. Se nos ha acostumbrado a que la acción política tenga plena inmunidad y a que, como mucho, paguen sus meteduras de pata con un fracaso en las urnas, nunca con su dinero.
Cualquier profesional dispone de un seguro que le ampare en responsabilidad civil, resultando incomprensible que quienes deciden sobre el dinero de todos, respondan siempre gastando más dinero de todos: La Lechera, Conservatorio, Ludoteca, matadero, ascensor de Nueva Ciudad, pasarela Saja-Besaya, Tecnoteca Juvenil, soterramiento; se le va a acabar a Fernández Teijeiro el bloc de las denuncias mientras están en busca y captura 623 millones perdidos en la casona de la capital.
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Ana del Castillo
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