La escena electoral: en el PP es el autor quien busca personajes
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En ocasiones, los escenarios políticos se nos presentan como el mundo al revés. Por eso, aquí, me permito dar la vuelta a ese drama de Pirandello en el que seis personajes buscan un autor. Algo parecido ocurre en el Partido Popular en Torrelavega a siete meses de las elecciones municipales, donde es el autor quién podría tener que salir a la caza de buenos actores. Lo habitual es que quien sea llamado para encabezar una lista electoral, tenga que ir apartando moscones ahítos de deseo por formar parte del cuerpo alto de la candidatura, para ser inscritos en esos puestos ordinales en los que la lógica hace pensar que puedan ser elegidos para la gloria municipal.
Aparentemente, en el PP, esa lógica se quiebra y, seguramente, deberá ser la cabeza -si se da por hecho una nueva apuesta de Buruaga por Fernández-Teijeiro- quien tenga que salir a la búsqueda de los personajes que formen su cohorte. Torrelavega es importante en la elecciones regionales porque, aunque no se consiga un rotundo éxito en las urnas, con el voto de la segunda masa electoral en Cantabria, podría añadirse algún diputado más, ese que puede determinar una mayoría cuando los escaños andan justos.
Hace cuatro años, la sustitución imprevista de María Luisa Peón -eterna e injustamente desterrada a ser numero dos de su partido en Torrelavega- por Fernández-Teijeiro abrió unas expectativas de renovación que pronto se vieron frustradas, no solo por unos justísimos resultados electorales, sino también porque su elección determinó un cainismo que ha dejado una herida en las bases todavía difícil de cauterizar.
El grupo popular en Torrelavega no solo ha perdido su tradicional fuerza opositora y de arraigada presencia social, sino que no consigue recuperar la vieja unidad. Lejos de la fuerza que da la comunión, está cosido con hilvanes, formado por cuatro concejales al mando de Teijeiro, de los que dos de ellos son versos sueltos -Fernández y Quintanilla- y a los que la caída de Casado dejó huérfanos de expectativas y prematuramente amortizados.
De los otros dos ediles, Miguel Ángel Vargas (ojos y oídos de Buruaga), es quien podría haber sido modelado como líder en Torrelavega; sería la persona capaz de reconstruir un inexistente comité local porque en cuatro años no han sido capaces de formar una junta gestora, con un inexistente comité electoral y una pobre capacidad de convocatoria para unos afiliados desmotivados por la deriva local de su partido y la escasa capacidad de movilización de una cabeza visible -bastante poco conocida por la ciudadanía capaz de votar al PP- más allá de la pasarela institucional. Así pues, frente a un abigarrado PRC y un estructurado y disciplinado PSOE, al PP le quedaría ser empujado por la Dana Feijó y las irrefrenables ganas de sus simpatizantes de acabar con la era Sánchez.
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Ana del Castillo
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