Un escondite para el genio de Okuda
LA TIERRA DORMIDA ·
Se ha iluminado una zona sin atractivo urbanístico, vecina de arbustos que la separan de las tristes vías del trenSecciones
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LA TIERRA DORMIDA ·
Se ha iluminado una zona sin atractivo urbanístico, vecina de arbustos que la separan de las tristes vías del trenMe reconozco admiradora de la obra de Óscar San Miguel Erice, Okuda. La luminosidad de sus composiciones, su provocadora invitación a la alegría, lo inusual ... de sus apuestas icónicas -el colorido en tiempos tan grises- son un rayo que entra irreverentemente en la vetusta vida que nos toca vivir. Okuda no es un provocador, es un desafiante de los sentidos. Apuesta por 'otra' luz, la del contraste rompedor que invita a creer que las formas armónicas llevan al bienestar y a la ruptura de la monotonía. Ha dicho de sí mismo que no se considera un místico, pero sí alguien que vive al margen de la realidad, instalado en un oasis y enfocado en la creación. Junto al torrelaveguense Antonio Gómez Bueno, con su pintura de fuertes evocaciones al arte pop, son los máximos exponentes del arte actual más atrevido.
Ha sorprendido el encargo hecho a Okuda para iluminar la fachada de una nave industrial que fue el centro de Coorcopar, una iniciativa social que, en los peores años del paro, fue símbolo de la movilización para paliar la situación de las personas en desempleo. Con el apoyo inequívoco de José Luis Gil, entonces todopoderoso consejero de Medio Ambiente, fue una obra ingente que con el paso del tiempo ha quedado diluida. En 2010 se inauguró allí la 'Expo Torrelavega', un museo dedicado a la historia de la ciudad, en el que el alcalde Calderón Ciriza invirtió 300.000 euros. Un año antes, otro recio consejero 'portugués', Javier López Marcano, apoyó la creación de un centro de interpretación, 'El Caserío', que reflejaba la vida en una típica granja cántabra... Una década después, muy poco -casi nada- queda de aquellas iniciativas.
El espacio, creado en una nave que albergó los importantes Talleres Obregón, en una zona industrial ya sombría de la ciudad, sin ningún atractivo urbanístico, 'vecina' de alocados arbustos que le separan de las tristes vías del tren, ha sido elegida para, tras ser decorada por Okuda, convertirse en un pretendido -y a veces casi risible- «atractivo turístico». ¿Qué razones han llevado a elegir este lugar, anónimo y escondido, para depositar en él el genio de este artista y el dinero público?, un arcano que solo se puede conocer en los 'sottovoce' de los iniciados en cuestiones que van más allá de la lógica y de lo lógico. Indudablemente, el Faro de Ajo, a pesar de la controversia, es un innegable atractivo turístico. ¿No había otro lugar más idóneo para iluminar con los rompedores colores de Okuda? ¿Se imaginan, por ejemplo, los 'portalones' del centro de la ciudad, umbríos y brunos, convertidos en un cinturón de vibrante color? Seguramente serían un polo de atracción que alegraría la vida comercial y el paso ciudadano del ahora tristón corazón geográfico de Torrelavega. ¿Qué se habrá querido proteger con el spray de Okuda? Vaya usted a saber...
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Ana del Castillo
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