Esenciales

Si la pandemia ha demostrado algo, si la guerra de Ucrania enseña algo, es lo dependientes que somos las personas unas de otras. Demuestra también la importancia de muchas actividades y actitudes humanas que son imprescindibles para la vida y la convivencia. Cientos de miles de personas migrantes viven y trabajan en España, son esenciales para recoger las cosechas, cuidar a nuestros seres queridos, limpiar nuestras casas, actividades que durante la pandemia se demostraron fundamentales para vivir dignamente. Muchas de estas personas viven en un limbo legal, no se les reconocen derechos, se les retrasan constantemente los procedimientos administrativos para regularizar su situación, entran y salen del paraguas de la legalidad dependiendo de la duración de un contrato de trabajo. Eso provoca que su vida sea más precaria, que su acceso a la sanidad pública (que financian con sus impuestos) sea también precario. Tenemos que terminar con esa situación injusta que nos irregulariza como sociedad.

Tenemos que seguir y extender el buen ejemplo que como sociedad estamos dando con Ucrania. Estamos acogiendo, demostrando con hechos que las personas que vienen de Ucrania huyendo de la agresión y la guerra son esenciales. Ese es el camino que debemos recorrer con las demás personas migrantes que también lo son. Camino que los hechos también demuestran que es perfectamente posible seguir. Nuestras administraciones públicas, desde las europeas a las municipales, han puesto en marcha en pocas semanas eficaces mecanismos de acogida, cuidado y integración. Es el momento de su generalización, y la ILP ESENCIALES es un buen instrumento.

La acogida a las personas que llegan a nuestras fronteras para protegerse de la guerra, de la persecución y la pobreza; la regularización y reconocimiento de nuestros vecinos migrantes que facilitan nuestra vida común, nos hará mejores como sociedad, más abiertos al mundo, más libres. Combatirá con los hechos las tendencias de odio y xenofobia que nos dañan y avergüenzan.