El esfuerzo intelectual

Quedarse solo con la copla de los titulares que resumen la actualidad significa no descubrir sus claves, cimentadas en las virtudes y defectos propios de la frágil condición humana. Menos mal que siempre dan el paso al frente personas llenas de sentido común para plantear ... al respecto análisis brillantes. Análisis que, sin duda, constituyen útiles lecturas entre líneas de lo que oferta a diario el zoco informativo. En una reciente tercera de ABC escribía Daniel García-Pita Pemán, miembro correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, un magnífico artículo titulado 'El carnero de Pericles' en el que, entre otras cosas, afirmaba algo que suscribo y los hechos demuestran en cualquier ámbito y circunstancia: «En el mundo civilizado en el que aspiramos a seguir viviendo, la democracia y sus instituciones, los códigos y las leyes son el resultado de la razón. De las emociones lo que surgen son los movimientos y los líderes carismáticos». Y añadía: «Planteamientos e ideales que en su origen fueron razonables, se transforman ahora en movimientos de emotividad tempestuosa, volcánica, sin la menor concesión a la racionalidad». No se puede expresar mejor qué hay bajo la espuma de cuanto acontece a menudo en nuestro querido país y en casi todos. Es preocupante el escenario que subraya Daniel, raíz de muchos males que nos aquejan como sociedad. Agitar el tarro de las emociones resulta fácil. En cambio, asumir el reto del uso de la razón constituye un ejercicio de tal complejidad que la mayoría de individuos abandonan prontísimo el intento. Y más hoy. Con lo cómodo que es dejarse llevar, no son los años que corren nada propicios para practicar el esfuerzo intelectual. Así nos luce el pelo, claro.