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La polémica sobre la denominación de la lengua de los hispanohablantes no es nueva, dura siglos porque en ella han intervenido intereses extralingüísticos. Expresiones como ' ... castellano de América', 'lengua hispanoamericana', 'variante rioplatense del castellano', 'idioma nacional' o 'sobrecastellano' han sido propuestas sin éxito por representar únicamente variedades americanas del español. Sin embargo, 'español' y 'castellano' han sido los dos términos que históricamente vienen sosteniendo un debate interminable.
El origen del español está en el castellano, un dialecto nacido en Castilla durante la Edad Media que, a partir de los siglos XV y XVI, experimentó una profunda evolución y generó una nueva lengua. Si bien Nebrija había publicado la 'Gramática de la lengua castellana' en 1492, la denominación español se documenta ya con Carlos I cuando, ante el papa Paulo III, replicó al obispo francés Maçon así: «Señor obispo, entiéndame si quiere y no espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana». Impulsado por el mismo emperador, su estudio se extendió por Europa y América al tiempo que su nombre se asociaba con el imperialismo español, estigma del que aún no se ha liberado. Pero el español ya era una lengua diferente como advirtió Menéndez Pidal: «El término castellano puede tener un valor preciso para designar la lengua de Alfonso el Sabio y del Arcipreste de Hita, cuando la unidad nacional no se había consumado, y cuando el leonés y el aragonés eran lenguas literarias. Pero desde fines del siglo XV la lengua que comprendió hasta los más grandes autores portugueses, no pudo sino ser llamada española». Sin embargo, el peso de la tradición hizo que castellano fuera más utilizada que español. Posteriormente, en el siglo XIX, con el resurgir de los nacionalismos, la controversia se avivó durante la independencia de los países hispanoamericanos por la aureola imperialista que connotaba el vocablo español, y eso determinó que en sus constituciones unos países se decantaran por castellano y otros por español, salvo Argentina y México que prefirieron otras etiquetas.
La RAE empleó el término castellano en sus primeros estatutos y obras hasta que en 1925 editó el 'Diccionario de la lengua española', desde entonces español apareció en sus publicaciones y en los estatutos de 1993. En el Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) declara: «para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla en otras partes del mundo, son válidos los términos castellano y español. La polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada». Y añade: «en España, se usa asimismo el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco»; además «aun siendo también sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del 'español' que se habla actualmente en esa región», por eso «el término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas». Esa fue su apuesta definitiva cuando recomendó a los redactores de la Constitución de 1978 que español o lengua española eran los términos adecuados para designar la lengua de los españoles, pero los diputados se inclinaron por castellano por la presión nacionalista. Por otro lado, la Academia de las academias, Asale, se llama Asociación de Academias de la Lengua Española.
El Instituto Cervantes, que se propone «promover universalmente la enseñanza, el estudio y el uso del idioma español», en su Anuario de 2021 constata que «casi 493 millones de personas tienen el español como lengua materna», decenas de miles lo aprenden en los cinco continentes, se estudia como segunda lengua en multitud de centros educativos extranjeros, es lengua oficial en numerosos organismos internacionales, es la segunda más utilizada en las redes sociales y posee un valor económico en alza. Además, en otras lenguas aparece como spanish, espagnol, spanisch o espagnolo. Y todo ello mientras nuestros estudiantes aprenden 'Lengua castellana y literatura' en vez 'Lengua y Literaturas españolas' que sería lo correcto.
La lengua española o español no es hoy el castellano medieval ni la lengua del Imperio español, por eso no hay razones para mantener la polémica: español es lengua de los hispanohablantes por motivos históricos y lingüísticos. Su origen, evolución y expansión fue similar al inglés, al francés o al italiano por lo que merece el mismo trato. No tiene sentido mantener viejos tópicos, mitos y prejuicios sustentados por nacionalistas recalcitrantes con los que persiguen seguir alimentado su hispanofobia.
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Ana del Castillo
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