Espartanos

Hoy, más de 2.500 años después y en Cantabria, contamos con unos nuevos espartanos capitaneados por Tristán Mozimán, el que fuera jugador de rugby profesional, entrenador del Independiente de Santander durante cinco temporadas y que desde 2018 es el promotor del proyecto Espartanos en la cárcel de El Dueso de Santoña. Semanas atrás tuve la suerte de escuchar una breve charla sobre los objetivos y logros del proyecto y he considerado oportuno destacarlo en estas líneas.

Tristán lidera un grupo de cerca de 60 jugadores con enorme éxito, por la implicación de estos, por los logros que están consiguiendo y, sobre todo, por la integración social de sus miembros, una vez que se incorporan a la sociedad activa. Es un gran mérito, de él y de todos ellos. Sinceramente creo que hay muchos paralelismos entre estos jugadores y los guerreros de Esparta. Ambos luchan por la excelencia en su actividad; han tomado el mismo bautismo de vida y juego, de juego por la vida; tienen una existencia de lucha y supervivencia y en cada entrenamiento, en cada partido, están un poco más cerca de jugar el de la vida ahí afuera, en una sociedad que, así debiera ser, les va a reconocer el esfuerzo por reincorporarse a la otra lucha diaria, la de ganarse el pan con el sudor y el esfuerzo.

En esa misma ponencia Tristán nos presentó a un chico de 20 años, que desde los 13 había pasado por reformatorios y cárceles y que gracias al rugby y a un empresario cántabro comprometido estaba trabajando y aportando valor a la sociedad y a todos los que le pudimos escuchar su propia historia de vida, lucha y superación; ese es el mejor partido que se puede ganar.

Tristán, desde su proyecto Espartanos, nos conciencia a todos para que nos identifiquemos con su proyecto deportivo y de integración social. Hoy, más que nunca, cuando tantas manos hacen falta en la hostelería y en la construcción, animo a los empresarios de estos sectores a que contacten con él, es el mejor modo de que todos juguemos un buen partido por el rugby, por la vida y por las segundas oportunidades que todos, sin duda, merecemos.