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Una vez que el coronavirus invade el organismo humano e infecta sus células, se convierte en una enfermedad que a veces es mucho más que una infección respiratoria. Puede causar daños renales, neurológicos y sobre todo complicaciones cardiovasculares que pueden ser fatales para ... el enfermo. En el hospital Mount Sinai de Nueva York empezaron a tratar a los positivos de Covid-19 con anticoagulantes, no solo a aquellos que ya tenían problemas cardiovasculares antes de infectarse, sino a todos los casos de mayor gravedad. Buscando frenar la mortalidad, optaron por dar dosis terapéuticas más altas que las utilizadas de forma preventiva en los enfermos inmovilizados en un hospital.
Valentín Fuster, uno de los brillantes científicos patrios que se ha tenido que buscar las habichuelas en el extranjero y director del Instituto del Corazón del hospital neoyorquino, confirma que esa intuición clínica podría convertirse en un tratamiento eficaz para mejorar la supervivencia de los enfermos más graves de coronavirus.
De hecho, la revista médica The Journal of the American College of Cardiology publica ahora los resultados de casi 3.000 pacientes aquejados de Covid-19, en ellos se puede comprobar la mayor supervivencia de los enfermos pautados con el tratamiento anticoagulante tanto en las UCI como fuera de ellas. Además, la terapia tuvo un efecto más pronunciado en los pacientes que necesitaron ventilación mecánica, lo que sugiere que los pacientes más graves pueden beneficiarse de esta terapia desde los primeros momentos.
Otra buena noticia es que la administración de estos anticoagulantes apenas hizo aumentar la incidencia de hemorragias en los pacientes, uno de los principales riesgos de esta terapia.
La única pega que se le puede poner a este estudio es que no puede responder a todas las preguntas, se trata de una compilación de historiales; pero esto se va a solucionar con la realización de ensayos clínicos amplios, que permitan conocer la incidencia real del tratamiento en la evolución de la enfermedad de forma controlada.
La enfermedad sigue entre nosotros, y aun no disponemos de armas realmente efectivas contra ella, pero las herramientas con las que nos vamos dotando nos van a permitir mejorar la esperanza de recuperación de los enfermos. La solución definitiva solo es cuestión de un poco más de tiempo.
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