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Si el coronavirus al que nos estamos enfrentando se llama SARS-CoV-2, es porque antes hubo un SARS-CoV. Éste provocaba una enfermedad llamada Síndrome Respiratorio Agudo Grave, llamado comúnmente SARS por las siglas en inglés. Era otro coronavirus, de ahí lo ... de CoV, que compartía con el que ahora nos ocupa más del 80% del genoma.
La epidemia de SARS tuvo su origen en China, concretamente en la provincia de Guandong en noviembre de 2002. Se trataba también de una neumonía atípica, y sus síntomas eran muy similares al Covid-19: fiebre alta, tos y dificultad para respirar. Aunque no se llegó a aclarar el mecanismo de transmisión, todo parece indicar que era por proximidad con un infectado, a través de las microgotas expelidas al toser o estornudar. Se reportaron casos de la enfermedad al menos en 27 países, aunque comparada con el Covid, las cifras eran más bien discretas: en total, más de 8.000 infectados y entre 750-950 fallecidos. En cambio, la tasa de mortalidad era bastante más elevada, en torno al 10%.
Se sospecha que el SARS-CoV procedía de murciélagos, pero que la infección se transmitió a través de las civetas, mamíferos carnívoros del tamaño de un gato grande, que se vendían como alimento en un mercado de animales vivos. Se trataba de una zoonosis, lo mismo que la actual pandemia.
Los últimos casos informados del SARS se produjeron en el año 2004, desde entonces la enfermedad no se ha vuelto a manifestar. Eso no quiere decir que se haya erradicado, ya que el virus se puede seguir reproduciendo en su reservorio animal y volver a dar el salto entre especies en cualquier momento. Igual que pasa con el Covid, a día de hoy no hay vacuna ni tratamiento efectivo contra el SARS. Una vacuna desarrollada en 2016 por el equipo de Peter Hotez nunca consiguió financiación para efectuar los ensayos clínicos, lo cual es una verdadera lástima.
Sin vacuna ni tratamiento, el SARS provocó muy pocas infecciones y desapareció en un año, más o menos. ¿Cómo se consiguió? Con la mismas medidas que estamos tomando ahora, cuarentenas, bloqueo e higiene. ¿La diferencia? El SARS-CoV-2 ha resultado ser más infeccioso que su primo, y nos pone las cosas más difíciles porque los infectados asintomáticos pueden contagiar la enfermedad, lo que no pasaba con el SARS.
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