Test rápidos

Sin embargo, los test rápidos están llamados a ser, a día de hoy, una de las armas fundamentales en la lucha contra el coronavirus. Ahora mismo, la detección de casos positivos se basa en la prueba PCR; se trata de una prueba genética, que requiere de material sofisticado y personal entrenado. Son pruebas que sólo se pueden llevar a cabo en algunos laboratorios, que en este momento están desbordados, y que requiere de varias horas para efectuar el diagnóstico. Los test rápidos son similares a una prueba de embarazo, detectan anticuerpos en una muestra de sangre o proteínas características del virus en una muestra de exudado nasofaríngeo. Se pueden realizar en el domicilio del paciente, y el resultado se lee en 10-15 minutos.

Sobre el papel, todo son ventajas, pero también tienen sus pegas. Para empezar, la sensibilidad de la prueba es bastante inferior a la del PCR. Lo normal es que esté sobre el 80-90%; no sirve para disculpar a la empresa que nos endosó las pruebas chinas, cuya sensibilidad rondaba el 30%. Además, estas pruebas son muy fiables cuando dan resultados positivos, pero tienden a dar falsos negativos. Estos pueden deberse a una baja carga viral, o bien a que no ha pasado suficiente tiempo desde la infección para que el sistema inmunitario genere anticuerpos en cantidad detectable. Por último, aunque se podrán hacer muchas más pruebas, nuestros recursos no permiten hacer test indiscriminados a toda la población

A pesar de esto, los test rápidos están llamados a ser una herramienta fundamental en los próximos días para controlar la evolución de la enfermedad en España. Hemos oído hablar mucho de aplanar la curva de infectados, y para eso es importantísimo detectar la mayor cantidad posible de casos positivos. Así, aunque en un primer momento se engorden las estadísticas, será mucho más fácil imponer cuarentenas efectivas, y las infecciones bajarán. Es el método aplicado en Corea, y allí está funcionando.