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Más de tres años han pasado desde el funesto incendio del Museo de Arte de Santander y parece que, por fin, pronto se van a iniciar las obras para su rehabilitación, algo profundamente esperado. En este periodo, otros proyectos culturales y nuevos museos ... para Santander y Cantabria han sido los protagonistas de titulares y declaraciones por parte de los políticos, por la inmensa aportación que suponen para la ciudad, la importancia de la colección que llega o por el atractivo que supondrá de cara al turismo. También para nuestro museo, el MAS, que conforma y custodia el legado de nuestros artistas y representa la evolución artística de la región, se debe exigir la máxima diligencia y ambición en su reconstrucción. Cabe advertir de la mala imagen que se transmite a los ciudadanos cuando se tarda en volverlo a remontar. El MAS es un equipamiento cultural de gran relevancia al que le ha sucedido un hecho catastrófico, y por lo tanto justifica aplicar medidas y plazos tan ágiles como sea posible.
Al mismo tiempo, resulta obligado resaltar el papel que desempeñó desde el momento del incendio la Fundación Caja Cantabria, quien el mismo día del desastre se puso en contacto con el Ayuntamiento de Santander y con el MAS, para poner a su disposición sus instalaciones y acoger de manera inmediata, y durante el tiempo que fuera necesario, el gran volumen de obras que se estaban desalojando de manera instantánea, al que había que buscar urgentemente un lugar fiable y seguro. Si bien se barajaron otras ubicaciones igual de firmes, la fundación tendió su mano, y su casa, a nuestro museo, lo cual ha ayudado a mantener la colección activa durante este periodo. Dicen que los verdaderos amigos se demuestran en los momentos difíciles, por ello, la grandeza de su gesto merece el mayor reconocimiento público e institucional. Frente a ello, cabe contraponer algunas inoportunas declaraciones publicadas esos días, que lanzaban agrias críticas en medio de una situación dramática que, en momentos tan difíciles, precisaba, ante todo, de apoyo y solidaridad.
Es importante resaltar que la actividad museística del MAS se ha mantenido extraordinariamente viva en este intervalo de forzado exilio. Gracias a la profesionalidad de quienes dirigen y trabajan por y para la institución se han organizado en las salas de Casyc exposiciones tan relevantes como 'Aqua', 'Terra' y 'Goya&Goyas', donde ha quedado de manifiesto el potencial cultural que aparece al reunir las colecciones artísticas de ambas instituciones. Resulta evidente que deberían de implementarse acuerdos para que esta alianza se consolidara de manera mucho más decidida.
A ello se ha de sumar la adquisición de más de 30 obras de artistas de Cantabria, para actualizar y potenciar la colección del MAS, que pueden visitarse actualmente en las salas de la calle Tantín.
Esta experiencia nos debería enseñar que, más allá de la desgracia acaecida, a la que cualquiera está expuesto, el sentido último de un museo no es su arquitectura, que puede incluso cambiar a lo largo del tiempo, sino su colección, y que esta nunca ha dejado de estar activa y a disposición de la sociedad cántabra y santanderina, incluso después del incendio y durante la crisis sanitaria que todavía vivimos. Todo el equipo del MAS, con su director Salvador Carretero a la cabeza, ha realizado durante este periodo un esfuerzo encomiable, y con total discreción, para mantener este patrimonio vivo con un intenso programa de exposiciones de artistas como Gregorio, Pedro Palazuelos o Fernando Bermejo, además de catalogaciones, publicaciones, numerosas visitas guiadas a las exposiciones o la divulgación con fichas de las obras a través de internet, para conocerlas desde casa durante el periodo de confinamiento.
Con el inicio de su reconstrucción, que confiamos sea de manera inmediata, llega el momento de reinventar un futuro y de crear las condiciones para sacar el máximo provecho de esta herramienta fundamental para la formación de cualquier sociedad. Es necesario dotar al futuro museo de la arquitectura que precisa para poder desarrollar adecuadamente su labor a la altura de los tiempos, e iniciar una imprescindible etapa de crecimiento.
El anterior museo nunca pudo ser lo que hubiera podido ser, pues por falta de superficie la colección se mantenía en gran parte oculta y apenas podía desplegar un 5% de sus fondos.
Resulta imprescindible dotar al museo con nuevos espacios para investigación, talleres de restauración, biblioteca, salas de reunión, aulas, talleres didácticos, oficinas, salón de actos, etc., como precisa cualquier museo que se inscribe en el siglo XXI.
Hoy, más que nunca, nuestro museo necesita la visión de futuro que tanto alabamos en otros proyectos, y lograr alcanzar una sede ampliada, con la ambición que realmente merece un patrimonio imprescindible para nuestra identidad cultural.
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