¿A qué esperamos?

La decisión personal de que todo el edificio quede abierto al público supone un paso muy importante para conseguir un espacio cultural para Santander de primer orden. A la vez, hay que resaltar también la decisión de restaurar el bello edificio que fue sede de Banesto y Electra de Viesgo y que a partir de ahora albergará la dirección territorial del propio Banco Santander. Ello representará, indudablemente, un imán para atraer nuevos y numerosos visitantes a nuestra ciudad, y si sabemos aprovecharlo bien, para dar a conocer también las numerosas oportunidades turísticas que pueden encontrar en nuestra región, en la que podrán disfrutar de unos paisajes y de unos atractivos culturales y gastronómicos que quienes los conocen valoran y ensalzan en su justo valor. Centrándonos nuevamente en los proyectos culturales que están en marcha en nuestra ciudad, entre los que figura la construcción de un nuevo Museo de Prehistoria -que esperemos no sea un nuevo fiasco, tal y como ocurrió en ocasiones anteriores-, la remodelación y ampliación del Museo de Arte Moderno de Santander, la puesta en marcha del proyecto previsto en el antiguo Banco de España para instalar el Museo Reina Sofía y la magnífica colección del Archivo Lafuente, pueden hacer de Santander una de las ciudades más atractivas desde el punto de vista cultural. Esto daría a la misma, y por ende a toda la región, un impulso económico de primera magnitud, tal y como ha sucedido con iniciativas análogas en otras ciudades españolas, como es el caso de Bilbao, por citar la más próxima, o Málaga, por irnos a una de las más alejadas.

A los importantes proyectos anteriores debiéramos sumar, como ya he expuesto en otras ocasiones, las posibilidades que ofrece el actual edificio central de Correos, el cual, situado junto al edificio del antiguo Banco de España, podría formar con éste, mediante su unión por los respectivos sótanos, un complejo cultural y expositivo de primera magnitud.

Es evidente que el edificio de referencia, de características arquitectónicas a tener muy en cuenta, puede tener diversos usos, entre los que se han citado la posible construcción de un parador de turismo. A tal efecto quizás fuese conveniente tener en cuenta que es más importante crear los incentivos necesarios para que vengan a Santander turistas, pues en tal caso la iniciativa privada se encargaría de dotar a la ciudad de las plazas hoteleras que fuere menester, porque no se van a crear si no tenemos quien posteriormente las demande.

Y es que la materialización de los proyectos ya en marcha, junto a los que podríamos desarrollar en edificios como el de Correos, permitirían a Santander situarse entre las ciudades españolas a tener en cuenta por cualquier visitante, nacional o extranjero, que piense realizar un recorrido cultural por nuestro país. Estar en la élite o ser una ciudad más en este sector es una decisión que sólo depende de nosotros, por lo que todas las aportaciones de la iniciativa privada, como algunas de las felizmente ya realizadas o en fase de ejecución, además de bienvenidas deben ser facilitadas y complementadas con las que el sector público puede realizar, para entre unas y otras conseguir situar a nuestra ciudad en la cúspide de las ciudades culturales.

Disponer en el centro de la ciudad de un edificio de las características del de Correos, perteneciente a la administración central pero ya inútil para la función para la que fue concebido, es una oportunidad única que no debiéramos dejar escapar. Para ello sería aconsejable que el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander trabajaran codo con codo para lograr, primero, la cesión a nuestra ciudad del edificio de referencia y, luego, para darle el uso más interesante dentro de los proyectos culturales en marcha o que pudiesen sumarse en el futuro -quizás como sede del museo didáctico de Santander, cuya creación proponía recientemente Valeriano García-Barredo, o el museo del queso con los fondos que guarda la familia de Manuel Arroyo, o como franquicia de otro gran museo nacional o extranjero-, pues los beneficios serían muy importantes para nuestra ciudad y, por ende, para Cantabria. La consecución de tal objetivo es posible, si así lo decidimos y lo trabajamos. ¿A qué esperamos?