El espigón de La Magdalena

Antecedentes. La historia de los dos últimos siglos de nuestra bahía está construida sobre espigones. Sin ellos no existirían las playas de Bikini, La Magdalena, Los Peligros, Gamazo, San Martín, Dársena de Puertochico, los Jardines de Pereda y así hasta el puente de Somo, pasando por toda la instalación portuaria, el Barrio Pesquero, puertos deportivos y aeropuerto. Y todo ello ha sido hecho con el fin de construir, dotar y mejorar a nuestra maravillosa ciudad.

Pues bien, en La Magdalena, ya se construyó un espigón hace unos 150 años, y a partir de esa construcción y otras posteriores, nacieron las tres playas que ahora forman la costa norte de la bahía. El tiempo, los temporales y otros factores, destruyeron dicho espigón, y como consecuencia de ello, cada año, la playa pierde su arena, quedando impracticable.

La solución para que esto no ocurra no puede estar basada en un concepto de bonito o feo, que son opiniones subjetivas. La solución tiene que ser la que mejor funcione y prevalezca en el tiempo, y los rellenos no cumplen ninguna de esas dos condiciones.

Los rellenos. La experiencia de los últimos años ha demostrado que los rellenos en la playa han sido, además de un despilfarro de dinero, una acción de una efectividad muy limitada en el tiempo. Un relleno hecho para que la playa esté decente en Semana Santa, desaparece antes del verano y surge la necesidad de volver a rellenar. Esto ya ha ocurrido así al menos en dos ocasiones, y en una tercera, al no haberse duplicado, la playa ha estado impresentable durante los meses de julio y agosto.

En otras ocasiones, se ha aportado arena solamente de cara al verano, dejando los meses de mayo y junio con la playa totalmente inutilizable para el baño, cuando son estos meses los que los santanderinos más usamos esta playa por ser la única protegida de los vientos. Da la sensación de que el mantenimiento de las playas solo se hace para dar una imagen no real de cara al turista, sin importar nada los ciudadanos que vivimos aquí.

Paisaje. De acuerdo en que el espigón afea el paisaje visto desde el paseo de Reina Victoria. Uno de los paseos más bonitos del mundo, pero sería conveniente hacer dos salvedades. Primera, cuando no existía el espigón, la orilla del mar en la playa era un auténtico lodazal, lleno de rocas, piedras, cristales, envases de todo tipo, cuerdas etc., elementos que el servicio de limpieza no podía retirar, precisamente por ser una zona pedregosa.

Con el espigón, al desaparecer el pedregal, si algún elemento extraño llega a la orilla, el tractor lo retira dejando la playa perfectamente limpia, y paisajísticamente mucho más bonita.

Ahora bien, si el paseo por Reina Victoria es precioso, el paseo por la orilla de la playa no le va a la zaga, y con muchas más ventajas en todos los sentidos. El paisaje se amplía, el aire sin circulación es mucho más puro, la peligrosidad disminuye, la distancia entre personas se agranda, las personas dan paseos terapéuticos dentro del agua, y las familias con niños acuden para jugar. Todo esto solo es posible con una orilla limpia y diáfana, como la que se ha formado gracias al espigón. Si desaparece, ese paseo se convierte en un camino peligroso.

Ecologistas. Resulta como mínimo extraño que los grupos defensores de la naturaleza no se pronuncien, e incluso que lo hagan a favor de la retirada del espigón. Un principio básico de Biología nos dice que cuando trasladamos tierras o arena de un lugar a otro, no solo matamos los microorganismos del sitio donde los arrancamos, sino que también hacemos desaparecer los existentes en el lugar en que los depositamos. Con un daño adicional, y es que la fauna que se alimenta de dichos organismos se ve en la necesidad de emigrar a buscar su alimento en otros parajes.

Con toda seguridad, al construir el espigón se hizo un gran daño al entorno, pero no es menos cierto que al ser una instalación fija la regeneración se ha producido, y día a día ha ido mejorando, superando los valores biológicos anteriores a su existencia.

En la actualidad, se aprecia un fondo marino lleno de vida. Varios tipos de algas, ortiguillas, pequeños moluscos y crustáceos, y varias especies de peces. Desde la playa, algunos pescadores ya se han cobrado piezas como lubinas, jargos y cachones. Las gaviotas y los charranes, así como la pareja de cormoranes o la foca en busca de presas, son un claro ejemplo de la regeneración del ecosistema.

Consulta popular. Los espigones no nos gustan a nadie, pero dado el resultado, entiendo que lo más democrático seria consultar a los ciudadanos la demolición o su conservación y la construir del segundo espigón.