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Recientemente ha surgido en redes sociales el término espingaratar, acuñado por la bióloga y Premio Nacional de Medio Ambiente (2003) Mónica Fernández-Aceytuno. Describe con ello el caer de las gotas de agua haciendo ruido. Nacida un 4 de mayo (tenía que ser), la investigadora ... trajo esta curiosa palabra y, con ella, como invocada, llegó la lluvia a Santander. Y, con la lluvia, la presentación y puesta en información pública de su nuevo modelo de ciudad, «Santander, hábitat del futuro».
Tras un intenso trabajo del equipo integrado por Landlab y Paisaje Transversal (los ganadores del concurso de proyectos), el documento atruena en su gotear por la intensidad de un contenido que anuncia intensos momentos de debate urbanístico santanderino.
Santander nunca definió su modelo de ciudad con una visión holística que marcara una línea de acción completa y compleja, a la vez que flexible y comprensiva, para su devenir urbanístico, tanto ambiental como paisajístico. Por primera vez, este documento sí lo hace.
La inconsistencia de planeamientos anteriores en su relación entre la ocupación construida de suelos vacantes a cambio de terrenos para una propiedad municipal a veces innecesaria se muestra ahora evidente cuando los presupuestos actuales hablan de flexibilidad, de circularidad y de reutilización.
Se propone un modelo de ciudad para Santander 2055 basado en el «urbanismo regenerativo», devolviendo el equilibrio al territorio mediante sistemas que permitan la adaptación y transformación de sus condiciones ecológicas, económicas y sociales para los distintos escenarios por llegar, desde la innovación y la participación ciudadana. Este modelo trabaja desde cuatro grandes estrategias territoriales que ya dieron nombre a su propuesta a concurso (EJE1234), y se desarrolla desde seis grandes proyectos transversales y un plan de barrios, con 32 barrios delimitados en el municipio.
«Santander, hábitat de futuro» habla de los temas de urbanismo actual, de la necesidad de abordar como asunto fundamental la mejora de la calidad de vida humana desde la propia mejora de la calidad de vida urbana. Y esto se consigue desde la «ciudad de los 15 minutos», de proximidad. El análisis complejo de los barrios desde seis miradas relacionadas con vivienda, espacios libres, cultura, derechos sociales, promoción de oportunidades y ecología, permitirá integrar en su rutina urbanística un plan de experimentación y toma de decisiones mejorado.
Los planes transversales aportarán la visión estructurante sobre un territorio claramente marcado por su orografía y su carácter, y hablarán, entre otros, de campiña con vocación de parque agrario, de ampliación del parque de Las Llamas y del corredor verde a Peñacastillo. Junto a ellos, el eje de General Dávila, la ampliación del frente marítimo y la operación verde sobre la marisma sur de la ciudad hasta Raos. Todas ellas operaciones ilusionantes y cargadas de sentido desde una conciencia cívica de necesidad de la circularidad en el manejo de los recursos.
Las actuaciones en los barrios se plantean como una planificación estratégica a la vez que como un sistema de gobernanza, siendo su objeto construir la ciudad desde la proximidad y desde la flexibilidad del debate cívico a través de espacios de participación técnica y ciudadana.
Ante esta declaración de principios en la línea más preclara del urbanismo regenerativo y de proximidad no cabe tibieza política calculadora.
La ciudad necesita un modelo desde la legalidad urbanística cántabra (LOTUCA.5|22). Y este modelo de ciudad es el más notable que el municipio ha recibido a lo largo de los años, huyendo del cálculo edificatorio y consumidor de recursos, propio de otros planes urbanos. No se propone un número de viviendas máximo posible, sino que se ponen las bases de la planificación para que, sea cual sea ese número (dentro de las líneas estratégicas marcadas, con sus límites físicos), el desarrollo del crecimiento sea adecuado, ordenado, justo y de calidad.
El modelo de ciudad para Santander 2055 no puede ser más opuesto a una visión agotadora del municipio y de sus recursos. En ese proyecto se pone el acento en la búsqueda de la calidad de vida humana/urbana y el respeto al territorio, potenciando sus beneficios, su naturalidad y su paisaje.
Desde estos planteamientos objetivos es necesario que la ciudadanía conozca este documento salido de sus propias aportaciones en la consulta ciudadana previa. Y es necesario que lo haga suyo. Solo así Santander avanzará hacia su irrenunciable equilibrio regenerativo.
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