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Borrón y cuenta nueva. El estreno de la X Legislatura en el renovadísimo Parlamento de Cantabria, esta semana, ha escenificado la limpieza de elementos perturbadores que las elecciones ha permitido hacer a las cúpulas de los partidos inmersos en largas y dañinas crisis internas ... a lo largo del último cuatrienio. Con mejores o peores resultados en las urnas, unos y otros han puesto el cuentakilómetros de la inestabilidad a cero. A ver lo que dura, porque no van a faltar las turbulencias, ni en el Gobierno, ni en la Cámara, ni en los ayuntamientos que se han constituido con alcaldes de mayorías precarias.
El avance más destacado hacia la estabilidad es el del Gobierno PRC/PSOE. Los insuficientes 17 diputados que le obligaban a cerrar alianzas de todo tipo para aprobar presupuestos y leyes, y evitar derrotas parlamentarias durante la última legislatura son ahora 21, una mayoría holgada como la del periodo 2003/2011, cuando los esfuerzos del PP por escarbar en las opacas maniobras del Ejecutivo chocaban siempre contra el infranqueable rodillo de la coalición gubernamental.
La fortaleza del Gobierno no está en riesgo por la acción de los grupos opositores sino por la fragilidad de las relaciones entre los socios PRC y PSOE y entre sus líderes, Miguel Ángel Revilla y Pablo Zuloaga. En estos días, Revilla ya se ha puesto la venda antes que la herida al llamar a la lealtad y advertir que no tolerará sobresaltos en el Ejecutivo ni tampoco incumplimientos del acuerdo suscrito con Pedro Sánchez y José Luis Ábalos para que el Estado comience a pagar la deuda histórica con Cantabria.
En el pacto gubernamental el PRC ha hecho prevalecer su vigor electoral sobre un PSOE mucho más vulnerable. No sólo se quedan los regionalistas con más consejerías, con las que generan más inversiones y más fotos, sino que acapara las principales empresas públicas, que suponen una importante cuota de gestión y que además constituyen tradicionales nichos de empleo para colocar partidarios. La militancia socialista ha avalado disciplinadamente pero sin gran entusiasmo (a juzgar por el discreto 37% de participación en la consulta) el acuerdo alcanzado por sus dirigentes. Qué remedio. La advertencia inicial del PRC de gobernar en solitario, con apoyos puntuales del PP o de Ciudadanos, sigue vigente y con ella el peligro para el PSOE de perder el poder en el Ejecutivo y en los ayuntamientos. Por el momento, el nuevo PSOE, tan dependiente o más de Revilla y del PRC que el viejo PSOE, que ya no tiene ningún representante en el Parlamento.
Al PP de María José Sáenz de Buruaga no le ha ido bien en las elecciones, pero al menos ha ganado en cohesión. Tenía 13 diputados y ahora sólo tiene 9, pero al menos son todos del mismo equipo, no como en la anterior legislatura en la que la facción mayoritaria era la que apoyaba a Ignacio Diego. La paz en el Parlamento no supone el fin del conflicto interno pues el sector crítico, en el que se integran buena parte de los alcaldes, sigue activo y a la expectativa de un futuro congreso regional.
También Ciudadanos se ha librado en el Parlamento de la OLA de Juan Ramón Carrancio, que abandonó el partido, pero no el escaño, en el ecuador de la última legislatura. Al partido naranja no le han salido las cuentas para negociar un pacto de gobierno con el PRC de Revilla y ahora su líder, Félix Álvarez, está obligado a consolidar desde la oposición su liderazgo y su acción política, que seguramente será menos visible que la del jefe de filas en Santander, Javier Ceruti, quien al pactar con el PP de Gema Igual se ha convertido en portavoz de la Corporación y responsable de una importante área de gestión.
En Podemos no ha habido vencedores y vencidos. El declive general del partido en toda España más la gravísima crisis en Cantabria se los ha llevado a todos por delante, incluidos los tres diputados regionales, sin que se atisbe con claridad un nuevo rumbo para la izquierda radical en la región. El hueco vacante en la Cámara lo cubre Vox, dos escaños con Cristóbal Palacio al frente. Sin posibilidad de pactos a la andaluza del centro-derecha ni mucha capacidad de maniobra en la oposición, bastante tendrá Vox con dejarse oír en el debate parlamentario.
Mientras la X Legislatura se pone en marcha con la constitución del Parlamento, el debate de investidura y la formación del nuevo Gobierno, en unos cuantos ayuntamientos sin mayorías absolutas se oyen los crujidos de los pactos chirriantes, de las urgentes negociaciones, felices o fallidas, de las maniobras que ya se dibujan para producir nuevos vuelcos políticos más temprano que tarde. El ruido de la inestabilidad se extiende desde Santander hasta Castro Urdiales, de El Astillero a Laredo, a Santoña, a San Vicente, a Rionansa, a Campoo… Ya se cruzan apuestas sobre cuántas mociones de censura se presentarán en esta legislatura y cuáles serán las primeras.
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