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Una de las incógnitas que nos queda por despejar referente al coronavirus es la de su estacionalidad. Los científicos reconocen que no ... disponen de datos para pronosticar sin lugar a dudas la evolución de la pandemia en relación con las variaciones climáticas; pero eso no ha supuesto ningún obstáculo para que la mayoría se hayan aventurado a divulgar sus propias hipótesis. Y no se puede decir que haya habido consenso, pues hemos leído hipótesis para todos los gustos, desde las más optimistas, como la del asesor del gobierno ruso, Alexánder Chuchalin, hasta las pesimistas, como la de Margarita del Val, ambas comentadas en esta columna.
¿En qué consiste exactamente la estacionalidad de una epidemia? Se trata de una combinación de factores, principalmente son:
-El cambio en las condiciones ambientales. El aire es más frío y más seco, y está demostrado que la humedad relativa afecta a la transmisión de algunos virus. La baja humedad hace que las gotas se asienten más lentamente porque su tamaño se reduce, y la fricción las mantiene más tiempo en el aire. Por eso, las condiciones más secas favorecen la transmisión.
-La actividad humana. En invierno, las personas pasan más tiempo en interiores, con menos ventilación y menos distancia interpersonal, lo que favorece la transmisión de enfermedades que se difunden por gotas.
-El sistema inmunitario del huésped. Se apunta que el sistema inmunitario de una persona promedio sea sistemáticamente más débil en invierno, debido a la mayor producción de melatonina y a los niveles más elevados de vitamina D en verano.
-El agotamiento de huéspedes potenciales. Incluso en ausencia de variabilidad estacional, las epidemias aumentan exponencialmente, se nivelan y disminuyen porque hay más gente con defensas frente al agente infeccioso.
En términos simples, los virus aprovechan las condiciones más favorables, el invierno, para propagarse entre la gente; y cuando los virus llevan cierto tiempo circulando hay más gente con defensas contra ellos.
En el caso que nos ocupa, los datos de que disponemos referentes a los miembros de su familia relacionados con el resfriado común muestran un patrón claro de estacionalidad. No se disponen de muchos datos referentes al resto de los coronavirus humanos, pero vale la pena recordar que las otras dos pandemias de coronavirus de este siglo, el SARS y el MERS, desaparecieron al llegar el verano. Podemos ser optimistas, pero mejor no nos descuidemos, por si acaso.
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