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Me duele el declive de la ciudad, el cartel de 'se vende' en los escaparates; las tapas de los contenedores destrozadas; la invasión de las terrazas, el ruido que impide el descanso, los comportamientos incívicos; la inseguridad, el vandalismo; una torreta de sillas de plástico ... encadenadas al monumento a Pepe Hierro; los atascos, la contaminación, las gasolineras en la puerta de los colegios; las fuentes secas, los estanques verdosos, la falta de árboles que den sombra cuando hace calor; los edificios en ruina, los solares vacíos. Los monumentos al abandono. El Cabildo.
Mientras la alcaldesa se dedica a sus fotos y a su campaña, el Ayuntamiento es un auténtico descontrol. Ha sido la peor legislatura de la historia y no hay nadie al volante.
Si el problema es la pérdida de control, entonces hay que poner orden. Poner orden en los servicios públicos, que no están a la altura de los impuestos que pagamos. Con la crisis de las basuras hemos visto el fracaso del modelo del PP: contenedores rotos, soterrados anulados, malos olores, proliferación de ratas; poner orden en la Policía Local, que es un asunto de seguridad ciudadana: acabar con la precariedad de efectivos y medios, con más de 70 vacantes en plantilla y emisoras que no funcionan en la mayor parte de la ciudad, exponiendo a los propios agentes en situaciones de tensión.
Poner orden en las líneas del TUS, ampliar frecuencias y horarios, para ser alternativa real al vehículo privado y llegar al centro, desde cualquier barrio, en 15 minutos máximo; poner orden en Parques y Jardines, que lleva cuatro años sin contratos; poner orden en el aparcamiento, con zonas verdes para residentes; poner orden en las condiciones de los trabajadores, estabilizar puestos en el TUS, actualizar salarios a los controladores de la OLA y respetar los de los bomberos, que el PP quiere incluso reducir.
Santander tiene grandes problemas que nunca se afrontan. La ciudad carece de un plan estratégico para aliviar la situación del pequeño y mediano comercio, con cientos de locales en alquiler o en venta en todos los barrios. Las persianas bajadas, la depresión en imágenes cotidianas.
Hay que poner orden en el tema de las terrazas, que cada vez ocupan más espacio público en detrimento de los viandantes. Durante las noches, el ruido es un tormento para miles de vecinos y vecinas que sufren las molestias. Conductas incívicas blanqueadas por una alcaldesa que les niega su derecho al descanso.
Hay que poner orden a la entrada y salida de los colegios, que parece el Salvaje Oeste, con dobles y triples filas de coches. Atascos, ruidos, contaminación. Caminos escolares inseguros a los que hay que añadir las gasolineras ¿en qué cabeza cabe autorizarlas a las puertas de un instituto? Hay que pararlo, por seguridad, por salud y por medio ambiente. Por razones imperiosas de interés general.
La red de carriles bici está incompleta, no conecta lugares tan centrales como Valdecilla, el Ayuntamiento o Las Estaciones. No es segura y así no puede ser alternativa de transporte. Y como en su mayoría son aceras-bici, provoca conflictos entre peatones y ciclistas.
Hay que poner orden en el tema del aparcamiento, que cada vez escasea más. Sin Zona de Bajas Emisiones y sin parkings disuasorios, parece que el PP quiere empezar la casa por el tejado y se empeña en eliminar plazas en los barrios, sin ofrecer alternativas. Con un alcalde del PSOE ya habría en Santander parkings en altura, como en otras ciudades.
La alcaldesa desvía siempre la conversación para que no se hable de lo importante, de los problemas reales. Por eso hemos registrado un Pleno Extraordinario, para que vuelva a celebrarse de nuevo el Debate sobre el Estado de la Ciudad.
Santander es una ciudad espectacular en un enclave privilegiado, pero gobernada por un PP que vive de las rentas y es incapaz de sacar todo el potencial; con la preocupación de que perdemos el paso respecto a ciudades vecinas; con la convicción de que necesitamos un proyecto transformador que dinamice nuestra economía más allá del turismo de temporada, que atraiga inversiones y empleo de calidad para retener el talento de los que se tienen que marchar por falta de oportunidades, para que puedan desarrollar su proyecto de vida aquí, en la mejor ciudad para que crezcan sus hijos cerca de sus abuelos y abuelas.
Santander necesita un alcalde para superar 44 años de endogamia y clientelismo del PP, un lastre para la ciudad; para atender las prioridades, poner orden, resolver los problemas reales y garantizar un futuro de progreso para todos. Un alcalde que ame su ciudad y que su máxima aspiración sea devolver a Santander todo su esplendor, con humildad, disciplina, trabajo y valentía.
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