Estado frente a capitalismo
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Con el transcurso del tiempo y a golpe de crisis el Estado ha ido ganando terreno y el capitalismo ultraliberal lo ha perdidoCuál ha de ser el papel del Estado en la economía es una de esas cuestiones que, aunque a veces sumergidas, siempre tienden a salir ... a la superficie en momentos de crisis. Como ahora estamos en uno de esos momentos, el asunto ha vuelto a saltar a la palestra, siendo los partidos de derechas los que, en líneas generales, abogan por un Estado poco intervencionista (la petición de bajada de impuestos va en esa dirección) y los de izquierdas los que sostienen la opinión contraria.
En esta cuestión, como en otras muchas, cada cual puede mantener, naturalmente, su punto de vista; en todo caso, y acudiendo a la cita evangélica que afirma que 'por sus obras los conoceréis', no parece descabellado revisar la evolución reciente de la economía para poder mantener, con un cierto criterio, uno y otro punto de vista.
Tal y como ha subrayado Paul Sweeney, desde que estallara la crisis financiera de 2008 hasta el momento actual, el mundo ha sorteado dos grandes crisis (la financiera y la de la pandemia) y se encuentra sometido a otras dos (la guerra en Ucrania y la crisis climática). Tras una actitud muy neoliberal a comienzos de la crisis financiera, la mayoría de los países, con Estados Unidos y la Unión Europea al frente, se embarcaron en políticas intervencionistas de signo monetario (¿se acuerdan del «haré todo lo que haya que hacer» de Draghi) y fiscal (al grito de 'el austericidio mata'), que, reconozcámoslo, apoyando a muchas empresas y actividades productivas (sobre todo financieras) evitaron que la crisis fuera mucho más profunda de lo que realmente fue. Si equiparamos esta crisis a un partido de fútbol, el resultado habría sido el de Estado, 1: Capitalismo ultraliberal, 0.
Pese a los terribles efectos de la pandemia, tanto en términos de vidas como de caída del PIB, la segunda gran crisis a la que nos hemos visto sometidos en los últimos años se ha saldado con un éxito notable gracias, también, a la intervención masiva de los gobiernos de todos los países. En el caso español, y lo cito sólo por proximidad geográfica y anímica, todo hubiera sido mucho peor (para empresas y trabajadores) sin la intervención decidida del Estado en numerosos ámbitos de la actividad económica. Continuando con el símil futbolístico, Estado, 2: Capitalismo ultraliberal, 0.
En cuanta a la tercera crisis en la que estamos inmersos, la que deriva de la guerra en Ucrania, es evidente que la situación sería más preocupante si los Estados, en lugar de intentar controlar las alzas de precios energéticos y otros muchos productos, dejaran que los mercados funcionaran libremente. ¿Cuáles serían los precios que estaríamos pagando hoy por el gas, la electricidad y demás bienes de primera necesidad si no fuera por estas intervenciones? Aunque el éxito en lo que atañe al control en el aumento de los precios no está garantizado, sí que lo está, al menos, el que los efectos perversos de tales aumentos se están mitigando considerablemente. Estado, 3: Capitalismo ultraliberal, 0.
Así pues, lo cierto es que, con el transcurso del tiempo y a golpe de crisis, el Estado ha ido ganando terreno y el capitalismo ultraliberal lo ha ido perdiendo. En la actualidad, son numerosísimas las empresas que están siendo subsidiadas, directa o indirectamente, por el Estado, por lo que, creo, tiene poco sentido esa marcha atrás que, más por ideología que por otras cosas, propugnan algunos partidos de derechas.
Para concluir, y aunque seguimos sin ser plenamente conscientes de ello, estamos viviendo, desde hace años, una crisis que puede tener enormes consecuencias negativas para la humanidad: la crisis climática. Pues bien, como quiera que, pese a múltiples y constantes evidencias de lo contrario, todavía hay quienes sostienen que la misma es una invención maquiavélica de quién sabe quién, y puesto que es obvio que las grandes empresas no tienen demasiado interés en detener el desastre climático que se avecina, han de ser los Estados los que, tal y como sucede ya, pero en mucha mayor medida, tomen el toro por los cuernos y emprendan las acciones oportunas al respecto. Acciones que, no hay ninguna duda, tendrán un costo enorme, que tendrá que ser sufragado por todos; esperemos que, al contrario de lo que sucede a menudo, no sean los más débiles los que carguen con el grueso de cuenta. En todo caso y a punto de finalizar el partido, el resultado es concluyente. Estado, 4: Capitalismo ultraliberal, 0.
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Ana del Castillo
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