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El otro día le preguntaron a Silvio Rodríguez qué piensa de la música actual y su respuesta sonó a melodía social. Las nuevas generaciones ... se identifican con la uniformidad, se enganchan a un ritmo sostenido y constante. Cuando, antes, lo complejo y armónico tenía más predicamento. La ligereza de algunos pentagramas contemporáneos se refleja con desolada evidencia en la proliferante seducción de mensajes políticos descafeinados, que simplifican al extremo cualquier circunstancia. Ciertamente, tampoco eran muy reflexivas algunas estrategias para camelar ingenuos que ya creíamos amortizadas y caducas, como inauguraciones, asfalto y promesas de ladrillo en vísperas electorales. Modelo que aún perdura en Santander donde, precisamente, acaban de multar a la alcaldesa por presumir de una docena de proyectos municipales en la web del ayuntamiento. Vamos, por aprovecharse del cargo para hacerse propaganda. «Es transparencia», replica.
Efectivamente, se transparentan las costuras por la ausencia de disimulo. Si alguna propaganda política todavía funciona con iniciativas tan párvulas, tampoco superan el nivel de ocurrencia algunas otras soluciones, ligeras e instantáneas, de nuestras autoridades, que driblan los problemas con fuegos artificiales. El Puerto de Santander puso una valla más alta para impedir que se colasen polizones. Como ha resultado perfectamente inútil ahora pretenden colocar otra, una segunda, dentro del recinto portuario. Quizá convenga hacer la obra completa y, directamente, instalar entre ambas un disuasorio foso con cocodrilos.
Ante cualquier contratiempo se levanta un muro. Para que nosotros no veamos lo que hay detrás, y para que otros no alcancen lo que tienen delante. Un cortafuego simple. Pero ocurre que tener un muro delante de los ojos a veces impide percibir nítidamente la realidad. Con pasmosa naturalidad, el jefe de tráfico admite que en Cantabria todos los meses hay un conductor que circula al revés por la A8. Pero –tranquilícense ustedes– no son kamikazes «sino gente que comete errores, sufre despistes o tiene las facultades un poco más limitadas». Un 'error' al mes y seguimos de brazos cruzados porque, al parecer, la frecuencia no es inquietante. A veces, cuando impera la estadística, el sentido común puede ser el menos común de todos los sentidos.
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