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Nada peor que una buena razón para justificarlo todo. Son muchos los revisionistas que se apuntan a este linchamiento histórico. En general, carente de sustento científico. Pero donde hable un Guardiola que se quite un Cicerón. Así que he llamado por teléfono a Francisco Grande ... Cortés -Paco-, de Valverde de la Vera, extremeño de pura cepa, albañil, hijo de aceitunero y currante de sol a sol, además de amigo mío. Y le dicho que he oído en la radio que por blanco, extremeño y español, es un racista, conquistador y expoliador, y que tiene que pedir perdón. Ahí queda eso.
Ni es nuevo, ni un hito histórico derribar estatuas. Aunque quienes lo hacen así lo crean. Posiblemente, porque desconocen que los ríos están repletos de ellas. Qué miren en el Sena, en el Danubio, en el Tigris y no digamos en el Tíber. Estos romanos eran muy aficionados a borrar de la historia a los enemigos políticos o dañinos para la urbe: «damnatio memoriae». Se eliminaba todo rastro del personaje: pergamino, inscripción, imagen. Así se hizo con Calígula, Nerón, Cómodo... Por eso hoy día no nos suenan sus nombres, o sí.
Derribar estatuas tiene sus riesgos. En primer lugar, las efigies en ocasiones tienen un valor artístico por sí mismas, más allá de a quien representan. Y por otro lado, juzgar a ciertos personajes fuera de su contexto y con normas de otro tiempo, es cuanto menos arriesgado, porque ahora también tenemos prejuicios y contexto. Si nos ponemos tan estupendos, no hay civilización, imperio, ni prócer que pase el corte. Más allá del consenso con ciertas estatuas, erigidas a mayor gloria del líder, por el propio líder y que siempre caen con el régimen de turno, con el resto hay debate. ¿Hasta cuándo extendemos el revisionismo y desde qué óptica? Empecemos. Abajo todo aquello hecho de la mano del esclavismo. De Grecia y Roma, cuatro piedras nos van a quedar. Y de Egipto, mayas, aztecas, ídem. El islam, lo tiene mal y del mundo oriental, adiós a la gran muralla para empezar. La lista la podemos ir completándola 'ad infinitum'.
¡Qué fácil y cómodo es derribar el pasado! No lo es tanto el presente. El esclavismo contemporáneo nos incomoda un poco menos. Porque en sótanos y explotaciones de ninguna dudosa semiesclavitud se fabrica gran parte de nuestra ropa. En minas africanas, que se aproximan a las romanas o a las de Cuzco, no pocos niños arrancan el mineral que da vida a nuestros móviles. Y no obviemos el pasado nazi de compañías de lo más glamurosas como Hugo Boss, Adidas, BMW...
Los romanos en Cantabria no hicieron amigos precisamente. Se pasaron por el gladium a mis antepasados. Pero me cuesta tenérselo en cuenta a Giuseppe, que es de Ostia, conductor de bus y aunque muy romano, no le va mucho eso de degollar al asalto. Vamos a darle una vuelta al tema.
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