Secciones
Servicios
Destacamos
Tomaba un café ahora hace un año, cuando se me acercó aquel viejo conocido. Me felicitó por mi reciente nombramiento como director artístico del Palacio ... y, ya alejándose, añadió con ojos traviesos: «¡Que no te vuelvan loco los políticos!». Sentí un escalofrío. Si este hombre, político de toda la vida, decía esto ¿debía yo prepararme? Hoy comprendo mejor la advertencia de aquel exalcalde cántabro. Por expresarlo con el aforismo de Kafka, en estos últimos meses, ahora lo veo, «una jaula fue en busca de un ave». Pasado un año de aquel café, esa ave anota aquí algunas reflexiones por si sirven de algo.
Recursos materiales y humanos. Amigos, amigas; gentes de la cultura, de la política, de la sociedad cántabra: no puede ser. Son ya demasiados nuestros años de descuido en cultura, artes, educación. Tenemos que reconducirnos, todos, para transitar del reino de la mediocridad en el que nos desenvolvemos al reino de la luz. Empecemos por lo prosaico. (Hablaré aquí solo del Palacio porque en él he pasado este último año. Otros podrán repasar otras instituciones culturales nuestras). No puede ser que tengamos el Palacio, supuesto baluarte educativo, vivero de artes y talento, generador de ciudadanía, templo de cultura y bienestar, con las puertas desvencijadas y muchas condenadas desde hace años. (No es metáfora. Es realismo sucio). Y no puede ser, amigos, amigas, que la Argenta tenga serias goteras que se van «solucionando» desde hace lustros con mil palanganas repartidas por el falso techo. O la climatización del edificio; o la taquilla; o algunos camerinos y otras zonas; o muchos aseos; o las butacas, todo deteriorado. Y esa concha acústica, rompecabezas antediluviano que requiere para cada concierto el trabajo de 7técnicos7horasx2. O la pantalla de cine de la Pereda, llena de manchurrones desde hace… ¡como 12 años! Y ese único proyector, del tamaño de un armario, que hay que portear de la Pereda a la Argenta según lo requiere el espectáculo de turno.
Gestión. No puede ser, amigas, amigos, que los técnicos (maquinistas, iluminación…), siempre esforzados, lleven años, por desidia en la contratación, haciendo entre ocho o diez lo que requeriría de 14 o 16. Y no sólo ellos. En mi año en el Palacio, he comprobado la entrega y amor por la institución de muchos de sus profesionales, pese a circunstancias demasiadas veces penosas.
Y no pueden ser los clientelismos. Es algo estructural, pues viene sucediendo con todos los partidos que han gobernado. Como esa gente con un poquito de poder que impone cualquier ocurrencia, por puro interés personal o de partido. O cuando hay que cubrir cargos de dirección, que se convocan concursos... con un pequeño detalle: todos dudamos si estarán dados… Amigas, amigos, si tiene que ser concurso que lo sea de verdad y si no dejémonos de historias y que se asuma un nombramiento directo, pero sin subterfugios, justificando de manera seria y experta la capacitación y valía de las personas designadas y su proyecto. Pero tampoco puede ser, si queremos dejar atrás el reino de la mediocridad para aproximarnos hacia el de la luz, que un consejero de Cultura, cualquiera, no asista a un solo espectáculo cuando la programación lleva funcionando meses. Si eso es así, no debe ostentarse tal cargo. Por cierto, ¿por qué aceptamos como «eficiencia» que un consejero/a – de cualquier partido– deba asumir Turismo, Deporte, Cultura? Seamos serios: la cultura tiene poco que ver con el turismo o el deporte. O te ocupas de verdad de la cultura o la estarás descuidando. La cultura requiere total dedicación. Y amor, probada sensibilidad hacia ella y una sólida trayectoria. Pero tampoco puede ser que cuando datos objetivos y numerosos agentes culturales reclaman una comunicación más eficaz (redes, etcétera), se choque con un muro de protección hacia no se sabe bien quién ni por qué. Y no puede ser que a quien cumple su cometido (ahí está la programación 2024-25) «la Consejería de Cultura decida no renovarle su contrato» (al primer año), mientras que quien resultó objetivamente incompetente (lo que vengo enumerando es ínfima muestra del desbarajuste; por no abundar en ocurrencias clientelistas) «ha presentado su dimisión al frente de la Sociedad Regional, si bien continuará ligado con algún otro empleo -está por determinar en qué puesto- al Gobierno regional» (DM, 27/12/2024). ¿Acaso uno de ambos será del partido? No amigas, amigos, nuestra principal institución escénico cultural, para dejar de ser el Palacio del reino de la mediocridad, debe gestionarse bien y sin anteponer intereses personales ni de partido alguno.
Maravillosos insensatos. Pero volvamos al 'money'. Tenemos en Cantabria un valiosísimo tejido cultural. Personas generosas, milagrosamente inasequibles al desaliento, maravillosas insensatas que invierten su salud en proyectos de circo, música, danza, teatro...; gentes muchas veces de gran talento, estas sí amantes de la cultura, a las que llevamos demasiado tiempo maltratando, despreciando y… pagando cachés de mierda. Gentes de la cultura: hay que unirse ante la arbitrariedad. Y hay que exigir más dinero por el trabajo. Todo el mundo asume que el transporte, la limpieza de una ciudad, comer, pintar tu casa o reparar el coche cuesten dinero. ¿Por qué nuestra cultura local ha de chapotear casi siempre en la escasez?
Triste. En fin, amigos, amigas, el fondo triste de lo que estoy planteando es que padecemos desde hace demasiado tiempo una visión cultural estrecha, utilitaria, instrumental; la cultura vista como adorno; algo que –¡qué fastidio!– «hay que tener», aunque sin saberse bien por qué; algo a lo que, carga inoportuna siempre, podamos al menos sacarle «aprovechamiento», pervirtiendo el único uso que le otorga sentido, el de promover el enriquecimiento de la ciudadanía en los términos griegos de bondad, verdad y belleza. Amigas, amigos: para reorientar nuestro reino de la mediocridad hacia el reino de la luz necesitamos volver a valorar las artes como lo que son: elemento de mejora de la sociedad, terreno de transformación y no engranaje del mercado. Decía el otro día de modo hermoso el ingeniero jefe de la restauración de Notre Dame: «La belleza lo hace todo fácil». Sí, la belleza ayuda, educa, contribuye a hacer a las personas más sensibles, felices, respetuosas, mejores ciudadanos. Y tener cada vez mejores ciudadanos debe ser la aspiración de ese reino de la luz que todos merecemos, que todos necesitamos con urgencia.
Exdirector del Palacio de Festivales
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.