A sólo diez meses de las elecciones autonómicas y municipales, el debate político evoluciona en todas las direcciones, hacia un lado y hacia el contrario, según los días. Para los partidos del Gobierno de Cantabria llega la hora de tomar distancias y reubicarse, que no ... se diga que PRC y PSOE son la misma cosa, así que los regionalistas respaldan la reprobación de la ministra Ribera que propone el PP, y desde el PSOE replican pidiendo el cese del consejero regionalista Guillermo Blanco por autorizar las batidas de lobos. A continuación, el PRC intenta sin éxito que los populares devuelvan la cortesía y apoyen la trascendental Ley del Suelo, un asunto que alimentará la batalla política hasta las elecciones. Proliferan las turbulencias en el intenso fin del curso político que ha incluido el debate sobre el estado de la región sin espacio para el entendimiento y en el contexto político de cambio que sugieren las urnas andaluzas, entre la euforia del PP y el descalabro del PSOE y de toda la izquierda.
Que el PRC respalde sin tapujos la propuesta del PP que pide la reprobación y el cese urgente de Teresa Ribera, una vicepresidenta y ministra del PSOE, con quien gobierna en Cantabria, es un asunto formalmente muy grave que justificaría la ruptura de los socios. Pero la sangre no llega al río, entre otras cosas porque hacer saltar por los aires el Ejecutivo de coalición sería tanto como admitir el fracaso de quienes lo forman tan cerca de las elecciones.
Así que el desencuentro es más bien cosmético, de cara a la galería, como es frecuente en lo que se ha dado en llamar dos gobiernos en uno. Los socios, PRC y PSOE, lo tienen hablado: hay que preservar la cohesión y la unidad del voto parlamentario en los asuntos estrictamente circunscritos a Cantabria, pero en aquellos vinculados a Madrid, a las relaciones con el Gobierno de Pedro Sánchez, caben sensibilidades y votos diferentes. Este es el caso de la ministra Ribera, en cuya cartera ministerial se acumulan los asuntos más protestados en Cantabria: el deterioro de las playas, la protección integral del lobo, las restricciones de la nueva Ley de Costas, las crisis de las empresas electrointensivas y del sector de la automoción...
Por todas esas decisiones de Ribera, el PRC se ha unido al PP y a los demás partidos de la oposición para exigir a Sánchez que la fulmine. No servirá de nada, pero el gesto ahí queda. Tampoco se queda atrás el portavoz del PSOE, el diputado ecologista y 'navegante solitario' Javier García-Oliva, defensor a ultranza de todas las medidas de la ministra, incluso de la salvaguarda absoluta del lobo contra la que votaron sus compañeros de bancada socialista. García-Oliva, sin cortarse, denuncia en sus redes sociales que el Gobierno Revilla se echa el monte para matar lobos y que la incompetencia del consejero Blanco para abordar el tema merece su sustitución. El PSOE votó, naturalmente, en defensa de la ministra, pero lo cierto es que no le gusta nada la actitud de Ribera, que ni tiene en cuenta lo que opinan en su partido en los diversos territorios y ni siquiera da explicaciones.
A cambio de respaldar la ofensiva del PP contra Teresa Ribera, el PRC quería reforzar el consenso sobre la Ley del Suelo, y le ha pedido apoyo hasta el final a la líder popular, María José Sáenz de Buruaga. Después de muchos vaivenes en los últimos meses, las posiciones se habían acercado mucho, pero en este caso los regionalistas no querían desairar a sus socios del PSOE, que defendían una posición algo más restrictiva y tenían poco o ningún interés en llegar a acuerdos con el PP, que postulaba mantener los términos de la ley hasta ahora vigente, con los mínimos frenos para la edificación en suelo rústico.
La norma recién aprobada dominará la discusión política en la Cantabria rural hasta las elecciones. A los 80 alcaldes que suman PRC y PP, y a la mayoría de los 19 del PSOE, no les gustan nada las limitaciones urbanísticas. Todo lo contrario que el inefable Javier García-Oliva, que volvió a romper la unidad del voto socialista por lo que considera una ley muy permisiva. Para lo que le queda en la primera línea política, García-Oliva no se va a dejar impresionar por otro expediente disciplinario.
En el debate sobre el estado de la región, Revilla no dejó ver fisuras entre los socios de Gobierno. El PP le pide a Revilla constantemente que rompa con el PSOE en Madrid y en Cantabria y al líder regionalista le debiera preocupar más que se le vincule con el declinante Pedro Sánchez, después de la secuencia de derrotas que ha culminado en Andalucía. Revilla tiene el precedente de sus amistades peligrosas con Zapatero y 'Pepiño' Blanco. El 'tsunami' del PP que llevó por delante al PSOE en 2011 también le desalojó a él del poder aquel mismo año. Seguro que no se le ha olvidado.
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