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Cuanto más nos acercamos al 9 de mayo, fecha en la que celebramos el Día de Europa, más se acrecienta el debate sobre el pasado, presente y futuro de Europa. Además, en este año tenemos un factor añadido: la información que se dará a conocer ... sobre las conclusiones de la llamada 'Conferencia de Europa', un debate ciudadano realizado en toda la UE, tanto presencial como virtual, en torno a lo que entendemos prioritario al abordar nuestro futuro común. La Casa de Europa Cantabria aportó su grano de arena potenciando la participación ciudadana con una encuesta en todos los centros cívicos de Santander. A partir de ahora, veremos cuál es el sentir de los distintos países y si se tiene en cuenta en las futuras agendas políticas.
Es obligado recordar por qué se celebra el Día de Europa. Allá por 1950, el 9 de mayo, el ministro francés de Asuntos Exteriores Robert Schuman pronunció la declaración que lleva su nombre. Proponía la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) cuyos miembros pondrían en común la producción de carbón y de acero. Esta institución, formada inicialmente por Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, se considera la primera institución supranacional que evolucionó hacia lo que hoy es la Unión Europea.
Una cita de la declaración, sin olvidar su contexto, que lamentablemente debemos recordar: «La puesta en común de las producciones de carbón y de acero (...) cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas».
La actual Unión afronta situaciones cada vez más complejas, con populismos en alza, unos retos para 2030 y 2050 nada sencillos y una adecuada ubicación en un contexto geopolítico mundial nada estable. Sin olvidar las consecuencias del cambio climático, la gestión de la pandemia y los fondos europeos Next Generation EU, las continuas medidas a tomar ante la imprevisible guerra de Putin... No encuentro límite para frenar la enumeración de temas que, por estar entrelazados, aumentan su dificultad.
Actualmente la Europa de los 27 es más variada que nunca. No olvidemos que al ser una estructura supranacional son muy diversas las sensibilidades políticas y culturales de unos pueblos mediatizados por su historia y su desigual nivel socioeconómico. Es evidente que estos factores obligan a un modo de gobernanza distinta a la meramente nacional. A mi entender, la pérdida parcial de soberanía que implica la pertenencia a la UE probablemente será revisada al alza con el paso del tiempo. Hay momentos en los que el engranaje en la toma de decisiones debe mejorar. Sirva como ejemplo, la guerra en Ucrania.
Los retos que la Unión se ha propuesto son necesarios pero complejos en su desarrollo: por ejemplo, el Pacto Verde Europeo fija las condiciones para que Europa sea climáticamente neutra en 2050. La apuesta por la eficiencia energética en los recursos modificará muchos de los usos y costumbres actuales. La Transición Digital debe mejorar la vida de las personas y el funcionamiento de las empresas. Por cierto, en este tránsito no debemos olvidar a colectivos especialmente sensibles como el de los mayores. Necesitarán atención creciente. Tampoco es un reto menor potenciar la economía social de mercado en el seno de la UE para corregir la desigualdad y potenciar las pequeñas y medianas empresas.
Nadie duda de que nuestra posición geopolítica debe fortalecerse aún más. El peso político y económico de los bloques mundiales se está modificando y no debemos perder el papel geoestratégico que nos corresponde. Desde mi punto de vista, la imagen que la UE debe proyectar es una imagen más compacta que la actual. Esperemos que la desestabilización generada por la guerra de Putin no la altere.
Finalmente, no debemos minimizar las políticas nacionales y su influencia en el resto de países. Los populismos, la desinformación, la propuesta de soluciones sencillas a problemas complejos son los ingredientes de un caldo que se está cociendo y que día a día aumenta su temperatura. Una reflexión política doméstica, léase nacional: la permanente degradación de la política, las discusiones estériles, la prioridad en tumbar al adversario político olvidando los intereses generales, tienen un efecto muy negativo. Allana el camino a los demagogos y populistas. El fenómeno es lento y aparentemente imperceptible, pero demoledor.
Cabe pensar si la UE es necesaria en el contexto actual. Diría más. Si es suficiente. Por supuesto que es necesaria y será suficiente en la medida que apostemos, todos y cada uno de los países, por ella. Debemos hacerla más nuestra, sentirnos más copartícipes en las decisiones, más involucrados. Una petición ciudadana: Que la elección de los eurodiputados no sea un trámite obligado a seguir. Démosle la importancia debida.
Llegado ese momento, no hablaremos de la 'lejana UE' sino de 'nuestra Unión Europea'.
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